LA SANA COMPETENCIA: PROVEEDORES Y COLEGAS
Por descontado, es tal la acumulación de actividades a lo largo de las décadas transcurridas, que todos los nombres mencionados solo reflejan mis recuerdos y opiniones personales en relación a mi pasado comercial, hoy ya culminado, y por ello pido disculpas a todos aquellos que he omitido en toda esta evocación y también por cualquier involuntaria inexactitud.
Espero y deseo que los buenos recuerdos sean un homenaje a todos los aludidos quienes con su tesón y con sus esfuerzos contribuyeron a conformar los 50 años recientes de historia de “La Juguetería en la Argentina”.
En 1924 abrió sus puertas, la entonces flamante “Librería l8l0” de Don Miguel Greidin, a la sazón mi abuelo materno.
Por supuesto debo aclarar que yo aún no existía.
Recién en 1931 irrumpí en mi familia con mis primeros berridos del recién nacido.
Sería en los comienzos de la década del 40 cuando “1810”, aún papelería y librería fundamentalmente escolar, era un comercio barrial acreditado y estratégicamente situado en Rivadavia 5234, justo frente a la escuela primaria: “Primera Junta.”
En esa época funcionaba un tradicional proveedor mayorista: la casa “Benitez Hnos.” Instalada en la calle Belgrano (altura aproximada 2400), la costumbre era la visita obligada y en un mismo día semanal, del “corredor”: Sr. Abel Buela, quien anotaba el pedido de faltantes, el que era enviado regularmente a las 48 horas.
Así llegaba a nuestra casa un camión de reparto, Chevrolet 1937 de caja abierta y toldo de lona, desde el cual un peón acompañante del conductor descargaba uno o varios canastos rectangulares de mimbre conteniendo las mercaderías. Ellos eran vaciados sobre nuestros mostradores, e inmediatamente devueltos ya descargados, al mismo camión estacionado frente a nuestra puerta.
El propio corredor se encargaba luego de cobrar las correspondientes facturas.
Este sistema regularmente establecido y tan metódico, funcionó por largos años, basado en la recíproca confianza y la “hombría de bien”.
La conducta era tal, que raramente hubo que controlar precios de costes y tampoco nadie dejaba de pagar sus deudas.
En ese entorno “ cuasi pueblerino”, la vida era tan pausada como pautada.
Los cambios se producían aún lentamente, había tiempo para todo y tranquilidad para incorporar los progresos, y de valorar y asombrarse con las innovaciones.
Llegada la fecha de las fiestas navideñas y con la anticipación conveniente se anexaban artículos de juguetería: un surtido limitado de fabricaciones tradicionales, muchas de ellas ya de industria nacional en reemplazo y como consecuencia de la guerra en Europa, que interrumpió el flujo normal de sus exportaciones.
En esa misma época, los comercios líderes del ramo juguetero, estaban ubicados en el micro centro de Buenos Aires.
Tratando de no omitir alguno, voy a rescatar desde el fondo de mi memoria a los principales.
Indiscutiblemente él más tradicional era: “Burlando Hermanas”, de la calle Esmeralda (aproximadamente N° 350).Establecida desde antaño, era reconocida por toda la clientela selecta, especialmente la del mejor poder adquisitivo de la época, por sus mercaderías casi exclusivas de origen foráneo y de alto valor: especialmente las líneas Meccano, trenes Hornby, y miniaturas Dinky Toys.
Estas marcas lideres eran introducidas por una importante firma: la casa Macadam ubicada en un gran predio de la esquina de Balcarce y Moreno y que era representante en Argentina de muchas firmas Inglesas, incluso también de otros diversos rubros: almacén, ferretería, artículos rurales, etc. y hasta de una compañía de seguros.
Inmediatamente a partir de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, en el año 1946, se reanudaron las exportaciones de todo tipo, incluidos los juguetes, desde Inglaterra, Francia y principalmente EEUU. Los países derrotados, entonces en la etapa de su reconstrucción, no tenían aun reestablecida su capacidad exportadora. En Argentina la importación libremente permitida de Juguetería duró solamente hasta l949 y reavivó el interés comprador y la dinámica de la actividad vendedora. Luego por decisión de la política estatal de nuestro país se prohibió la importación de juguetes, entre otros artículos, hasta los cambios políticos y gubernamentales producidos recién en el año 1961.
Existía también otra casa Burlando (no una sucursal sino un desprendimiento independiente de la mencionada anteriormente) que en su local de Avenida Santa Fe al 900 y pico, donde hoy atraviesa la Avenida 9 de Julio, pertenecía al Sr. Ramón Pulpeiro, un comerciante muy apreciado incluso por su actividad institucional, ya que con su trabajo personal y dedicación abnegada consiguió dotar de su sede propia a “ACLIBAM”, que desde el año 1935 era la organización gremial de los jugueteros minoristas de la Capital Federal y publicaba una revista mensual informativa del gremio: “El Despertar”, con distribución gratuita a todos los comercios asociados.
También debo mencionar a la Juguetería Avenida, situada a la salida de la estación Piedras del subterráneo A y que se extendía hasta la calle Rivadavia, en la que también tenía otra entrada con sus correspondientes escaparates. Era un local extenso para su época y muy bien surtido.
En la calle Sarmiento al 600 estaba la gran Juguetería Sarmiento de José Figuerola y a una cuadra de distancia, en Sarmiento al 700 había otra perteneciente a un tal Sr. Carbajal, que aprovechando la novedad edilicia de aquel entonces, se denominaba “Galería Sarmiento”, aunque no tenía otra característica especial que la de un importante local común y corriente. Cuando por motivos locativos, Juguetería Sarmiento se mudó mas cerca y quedó a dos puertas de su antiguo competidor, se originó entre ambas una disputa anecdótica que fue comidilla del gremio.
El Arca de Noé en Libertad y Bartolomé Mitre perteneciente al Sr. Baqués, la Juguetería Colón del Sr. Clavería en Santa Fe esquina Talcahuano, la Juguetería Cerrito del Sr. Bello en Cerrito al 300, la juguetería Pellegrini del Sr. Lehman en Carlos Pellegrini al 500, El Aguilucho de Oscar Madrid en Corrientes al 1500, especializada en Aeromodelismo, la juguetería Los Reyes Magos en Santa Fe y Pueyrredón y su sucursal Santa Claus en Cabildo al 1900, la juguetería Graff Zeppelin en Santa Fe al 2200 y su casa central Germanía en Santa Fe al 2500 ambas del Sr. Selbach, permanecieron vigentes por muchos años como los mas importantes comercios jugueteros tradicionales de Buenos Aires que inspiraron la modalidad que a partir del año 1950 fui incorporando en Caballito en mi Juguetería l810, ya que en aquel entonces y en los barrios aun no existían negocios especializados de Juguetería.
En ese tiempo los principales proveedores mayoristas eran la muy importante casa Terzolo en la calle Alsina al 1300 con su especialidad de artículos de carnaval (papel picado, serpentinas y pomos marca El Loro), la no menos imponente casa Matarazzo en Corrientes y Serrano con su extendida y pionera fabricación de juguetes de hojalata litografiada y “La Importadora” del Sr. Zilberstein en Bolívar casi esquina Venezuela con su vetusto y amplio local con sótano y sus exclusividades, contratadas en tal carácter a los primeros fabricantes locales.
Otros mayoristas y distribuidores tambien fueron: La Porteña en Misiones al 100, y un precursor en autoservicio y también minorista: Don Florentino De Luca que estaba instalado en un galpón en Cangallo (hoy Perón) al 2500.
Un capítulo aparte merece la mención de la zona aledaña a Jujuy y Constitución donde se fueron instalando numerosos comercios mayoristas de artículos de limpieza, menaje, bazar, librería y Juguetería, pertenecientes a la colectividad Sirio Libanesa y que los porteños apodaban indebidamente “turcos”.
Recuerdo el de cuatro hermanos: Eduardo, Juancito, Elías y José: “Simes” que lideró la zona desde el principio, en su especialidad de Librería y Juguetería.
Fue también Plásticos Sanz, en la calle Corrientes al 2400 un notable caso de rápida expansión y larga permanencia (últimamente en la Avenida San Juan al 3400).
Y también “Arplast” de la calle Salta 146, perteneciente al Sr. Mancovsky, pionero de la publicidad televisiva de nuestro ramo, y que con su marca “Jugal”, se expandió notablemente y llegó a dominar ampliamente al mercado Argentino de juguetes.
Llegado el año 1950, yo recién egresado en 1949 como técnico químico de la escuela industrial N° 2, comencé a colaborar “full time” en nuestro pequeño comercio, junto a mamá aún joven y ya viuda y a una única empleadita adolescente, y recuerdo que con algunos magros recursos y mi conocimiento técnico, paulatinamente comencé a mejorar y reformar las viejas instalaciones del negocio para adaptarlas a las nuevas necesidades.
Todo era tan modesto, como lento y pausado. Un banco de carpintero, una morsa y un taladro manual fueron las primeras herramientas importantes que adquirí y utilicé en mis primeros intentos reconstructivos.
Entonces y con la colaboración de un proveedor de juguetes artesanales de madera, que a su vez, era profesionalmente mecánico tornero y que reformaba y adaptaba las viejas máquinas de su taller para la producción seriada, construí mi propia primera y única máquina “combinada”: sierra circular, lijadora de disco, barreno horizontal y mesa escopladora, todo ello con guías, regulaciones y topes adecuados.
Esta máquina que aún poseo, me acompañó toda la vida y me facilitó innumerables proyectos y modificaciones, construcciones y adaptaciones particulares y comerciales a partir de maderas y aglomerados cuya disponibilidad fue cada vez más variada y accesible.
También en 1950, inicié una actividad privada que duró casi dos años y dejó un inesperado resultado, principalmente en conocimientos comerciales. Se trató de la creación de un producto consistente en una valija attaché de cartón fibra conteniendo en su interior un selecto surtido de pequeñas herramientas cosidas en cartones a modo de presentación.
Hubo dos modelos (tamaños) de diferente precio, para captar dos franjas de clientela. Con sus etiquetas impresas con el pomposo título de MIS PRIMERAS HERRAMIENTAS, era muy fácil de producir, ya que todo consistió solamente en elegir y adquirir por mayor, las más pequeñas y económicas herramientas verdaderas que disponía la plaza ferretera y también la valijita de tamaño adecuado y reunir las partes. Todo se redujo a administrar costos y márgenes y comercializar el producto, por mayor, en las principales jugueterías.
Hoy parece extraño que esto fuera posible, sin embargo en su momento, tuvo su aceptación generalizada, a tal punto que hasta la prestigiosa gran firma “Gath & Chaves” también adquirió algunas unidades.
Este corretaje que realicé personalmente, me permitió concurrir y conocer desde cerca al entorno interno, la instalación y el funcionamiento de lo más conspicuo de la entonces plaza juguetera minorista y así poder aplicar esta experiencia, en su medida posible, a mi propio negocio.
Diez años después, ya en 1960, conocí y traté a Edgardo Boschi.
Era un ciudadano Italiano que junto a su madre y proveniente de una familia acomodada tenía un negocio de juguetería en la esquina de Charcas (hoy Marcelo T. De Alvear) y Libertad. Su privilegio, fue poder viajar asiduamente y desde temprano hacia Europa y EE.UU. y así asistir desde los comienzos de la reconstrucción de posguerra a las novedades de la industria juguetera mundial, visitando la feria anual internacional de Nuremberg, desde 1947 cuando aún esta ciudad bombardeada estaba en ruinas.
A lo largo de muchos años y en su carácter de coleccionista privado y muy entusiasta, surtió convenientemente su comercio con las últimas novedades importadas (en realidad introducidas, ya que la importación no estaba liberada en aquella política proteccionista) y que ofrecía en el subsuelo de su mencionado comercio, presuntamente reservado, pero a todas luces conocido y valorado por su selecta clientela.
Así fue que cuando en l961 se abrió la economía y se permitieron las importaciones, el Sr. Boschi fue el introductor, entre otras, de “Matchbox”, “Scalextric” y “Marklin”, marcas de productos lideres mundiales. Y en esa fecha inauguró también en la avenida Córdoba al 800 una casa especializada “Hobilandia”, que como su nombre lo indica se dedicó preponderantemente a hobbies.
En Córdoba esquina Libertad, estaba “Raldúa”, un negocio de exclusivos papeles de empapelar, pero que por afición de su dueño importaba “Marklin” en forma directa desde Alemania y ocupaba su principal escaparate con una mesa “Tendido Ferroviario”, que era toda una atracción.
Asi desarrolló su buena performance comercial y un empleado suyo: el señor Roberto Milou, años después se independizó con un local propio en la galería “Las Victorias” frente a la plaza de la calle Libertad, donde tambíén se dedicó a hobbies, principalmente Scalextric, Trenes Lima, etc. y actualmente también Marklin.
En esos años, el entonces joven Sr Eduardo Mosenson, poseía un pequeño local minorista en la Galería Buenos Aires de Florida y Córdoba y desde alli, con una encomiable dedicación y especialización desarrollö las posteriormente reconocidas e importantes Jugueterías: Cara de Mono y El Duende Azul.
Simultáneamente muchos otros importadores introdujeron diversas marcas y novedades, ahora también desde Japón. Fue un gran boom juguetero Argentino en una plaza careciente durante años y ávida de mercaderías.
Destaco a la casa Julio Pemoff e hijo, de la calle Belgrano casi esquina Entre Ríos, como el precursor de la importación desde Oriente, de los entonces novedosos Animales y Figuras mecanizadas con movimientos, luces y sonidos, y funcionamiento a pilas que por un tiempo deslumbraron a los “mayores” y a veces hasta llegaban a asustar a los niños.
Después de un cierto tiempo, el interés y la demanda cayeron abruptamente, dado que su automatismo no permitía la participación en el juego, eran tan poco didácticos que limitaban solamente a la pasividad.
Otro resultado, mucho más permanente, tuvieron las réplicas de vehiculos “Corgi Toys”, también inicialmente introducidos por “Pemoff”, que establecieron un mercado de coleccionismo, además de su objeto natural de juego.
Es frecuente que algún origen comercial se forme desde un empleo, recolectando conocimientos y experiencias, y que tras su renuncia y posterior independencia, constituya una nuevo y trascendente emprendimiento. Tal es el caso de “Hugues y Crovetto”, ambos originalmente empleados de “Macadam” y luego fundadores de la prestigiosa firma que desde sus inicios en la calle Dean Funes cerca de Independencia y su notable expansión posterior a Luis Saenz Peña y Humberto Primo, incursionaron en la fabricación, la distribución y la importación de importantes productos: el Grangoal, el Constructor Infantil y otros artículos fabricados por “Ochipinti y Ferrari”, “Exacto” luego devenido en “Meccano” de manufactura Argentina facultada desde Inglaterra, modelismo plástico “Airfix” también Ingles y posteriormente “Matchbox y otros, etc. Su titular el Sr Crovetto y sus ayudantes los Sres. Gamberini y Rafaelle actuaron largos años cubriendo con sus ventas a todo el pais.
Un importador independiente: Varuján Muradián introdujo desde Alemania a “Schucco” con su excelsa calidad inimitable, y a los trenes Trix Express que alcanzaron en nuestro país una difusión limitada.
Años después, su joven sobrino: Antonio Atamián fue importador exclusivo de “Playmobil” de Alemania y “Lego” de Dinamarca y pronto desarrolló la empresa “Antex” que adquirió una dimensión notable y la consevó largo tiempo. Estos productos de calidad y altamente pedagógicos, tuvieron y aún hoy, gozan de una merecida aceptación de parte de una clientela ya más madura y mas exigente. Posteriormente anexó también a “Estrela” de Brasil y a la tan importante “Mattel” de EEUU. ambas en carácter exclusivo, con lo que terminó de afianzar su empresa.
“Aero Sur”, en Talcahuano al 100 fue el importador de “Cox”, una marca de aviones listos para volar, con su sistema de U control y motores a combustible; y simultáneamente desarrolló su especialidad de aeromodelismo en forma completa con todas sus líneas de Radio controles, motores de toda performance y por supuesto madera de balsa y complementos.
El Sr. Alberto Hercovich, iniciado en La Porteña, y después titular de Comercial Relda, fue el fundador y propietario de la actual cadena: El Pais de las Maravillas, hasta hoy primera en Argentina en franquiciar con su marca a algunos otros propietarios de locales de juguetería.
En la actualidad la expansión mayor (relativamente reciente) la detenta El Mundo del Juguete, única y principal cadena que consiguió arribar a casi 50 locales distribuidos principalmente en Capital y Gran Buenos Aires y especialmente en los mejores shoping y paseos de compras.
Pero volviendo a nuestro relato y a tiempos anteriores, he de mencionar que
también permanecieron en Buenos Aires, otros mayoristas y distribuidores quienes con su larga trayectoria, aportaron su presencia en este mercado particular. Tal es el caso de La Casa Marino de Pueyrredón al 600 perteneciente a los hermanos Joaquín y Salvador (Pichino); de la casa Soto de la avenida San Juan en las cercanías de Boedo, perteneciente a Hector y a Rubén Soto; de Trucco e Hijos, también en San Juan y en la vecindad del anterior. Hubo otros petit mayoristas, que con su tarea personal eran llamados “valijeros”, pues portaban las muestras de las novedades semanalmente y contribuían así a su difusión. Entre ellos recuerdo a Federico Blauhorn, a Hector Otero, a Alberto Pardo, a los hermanos García Espina y tantos otros, algunos devenidos luego en negocios formalmente establecidos.
Tal es también el caso del Sr Tepman, desde su modesto origen, poseyó luego una importante firma mayorista e importadora: ”Doll Toys” en la calle Valentín Gómez a dos cuadras de la avenida Pueyrredón.
Como no mencionar a los hermanos LLoret: José María, Pedro, Antonio y Juan, quienes estuvieron vinculados tantos años a esta actividad, en forma personal e independiente y que después continuaron también sus hijos.
El tiempo inexorable, transcurre y modifica, borra el pasado, pero también introduce a las nuevas generaciones que continúan la labor.
Es importante referir que en aquel entonces, aún no existían autoservicios ni supermercados, cadenas ni shoppings y eran paseos habituales las caminatas de observar escaparates y el desenvolvimiento y el éxito comercial exigían su más esmerada e inteligente presentación.
Hoy puede parecer una simpleza, casi una ingenuidad, pero ello fué un paulatino progreso y mejora frente a los precedentes: comercios que eran poco mas que barracas o depósitos de mercaderías y hasta pobremente iluminados, tal como subsistieron en suburbios y en algunas provincias y lugares perifericos.
Cumplimentando exigencias del progreso, en el año 1970, Juguetería 1810 tras su expansión habiendo anexado un espacio lateral perteneciente al mismo edificio, hasta entonces ocupado por un negocio ajeno, hizo una reforma integral de sus instalaciones, ampliando notablemente su frente y sus escaparates diseñados funcionalmente con una circulación interior que permitía la permanente y continua renovación de su exhibición e incluso la venta accesible de los artículos expuestos en toda ocasión que la demanda lo requiera.
Ello unido a una política comercial de atención personalizada y dedicación selectiva a las compras, buscando calidades, modas y novedades, fructificó en un resultado exitoso que mantuvo su vigencia y le significó un importante prestigio durante muchos años.
Así, aún hoy perdura en el grato recuerdo de las generaciones próximo-pasadas que disfrutaron en su infancia y en su adolescencia de tantos juegos e ilusiones, durante sus periodos de formación y maduración.
Esta simbiosis de lo comercial, de lo personal y de lo lúdico, en la confraternidad de la vecindad barrial, dejó un recuerdo placentero, que aún hoy permanece en la mejor memoria.
Mario J. Bolotinsky.
jueves, 20 de marzo de 2008
miércoles, 19 de marzo de 2008
TECNOLOGIA APLICADA A LOS JUGUETES
Tecnología y Juguetes: un pedazo de historia.
Toda la existencia de objetos de uso corriente siempre estuvo ligada a la disponibilidad de los materiales y de las técnicas necesarias para su fabricación.
Los juguetes no son la excepción y por ello históricamente y también en el siglo 19 dependían de artesanías de madera y de telas, de porcelana y de materiales provenientes del reino animal: desde huesos tallados hasta el carey y el nácar originarios de cuernos, astas y conchas.
Así como se fabricaban platos y tazas, fue posible hacer cabezas, brazos y piernas de porcelana, los que ensamblados en cuerpos de tela con relleno, y vestidas adecuadamente dieron origen a las primeras muñecas masivamente industrializadas, originariamente en Alemania.
La aparición de aquellos “nuevos” materiales plásticos: la bakelita y el celuloide y el desarrollo de la hojalata litografiada y conformada, dominaron el mercado de la primera mitad del siglo veinte y multiplicaron enormemente la producción abaratando los precios y popularizando el consumo.
En la década del treinta ya proliferaban: el sistema de construcciones metálicas Meccano, los trenes a cuerda Hornby, los vehículos miniaturas en escala fundidos de “Zamac”, marca Dinky Toys, los aviones de vuelo de cartulina, delgado aluminio y madera de balsa marca Frog, todos ellos de origen Inglés.
En la misma época Lionel en EEUU y Marklin en Alemania producían ya, unas perfectas y extensas líneas de productos que totalizaban verdaderos completos ferrocarriles eléctricos en escala y que podían coleccionarse y ampliarse ad infinitum. Ello dio origen a la participación de los adultos en calidad de usuarios en este juego originariamente infantil y lanzó todo un universo de actividades bajo la denominación de hobbies que incluyó la creación de clubes y la publicación de numerosas revistas especializadas.
El Meccano Inglés ya había incorporado piezas de mecanismos que permitían crear todo tipo de funcionamientos, incluso con “motorización” a cuerda o eléctrica y publicó una revista mensual de difusión y popularización tecnológica donde incluía interesantes nuevos modelos que reproducían al mundo real. Así hubo un reloj a péndulo de 1,70 mts. de altura que daba la hora real, o un telar eléctrico que producía una cinta de tela de algunos centímetros de ancho y en colores combinados, o un dispositivo que dibujaba complejos filigranas geométricos en un tablero ad hoc. Etc.
Publicidad, clubes, concursos, premios y el auge económico de la industrialización impulsaron el coleccionismo y la “maquetería” e incorporaron a muchos adultos a todo este mundo que ya definitivamente dejó de ser exclusivo de los niños.
La pequeña lanchita Po-Po de hojalata con su mecherito a alcohol y su característico sonido, navegó en tantas bañeras, haciendo las delicias de sus infantiles tripulantes.
Hay que mencionar una marca Alemana: Schucco, que producía juguetes de hojalata de una inmejorable calidad de diseño y que incluía en sus vehículos (principalmente autitos de carrera) mecanismos “verdaderos” de volantes de dirección independiente, frenos y palancas de cambio con varias “velocidades” que funcionaban realmente, suspensiones y hasta pequeños “diferenciales” y “paliers”. Las ruedas perfectas con sus neumáticos de caucho, la pintura y la litografía impecable y hasta los pequeños tornillos cromados emulaban la perfección de la relojería.
Fueron aquellos los años del desarrollo del vuelo tripulado y los dirigibles hacían su aparición. Las miradas al cielo y el asombro ante la impactante novedad, no pasaron inadvertidas para los fabricantes de juguetes, quienes prontamente reprodujeron en hojalata unos “Zeppelines” miniaturas, incluso con funcionamiento a cuerda, que invadieron desde Alemania al mundo entero.
Casa América ofrecía en exclusividad los proyectores a manivela y a motor marca Hollyvood y sus correspondientes películas mudas en 8 mm con los éxitosos: Carlitos Chaplin, Laurel y Hardy, los Tres Chiflados y toda la clásica producción de Walt Disney.
Y Marilú tenía sus acreditadas muñecas de “pasta” en sus dos tamaños y con las articulaciones móviles en cuello y extremidades, incluso rodillas, codos y muñecas, lo que les otorgaba una notable expresividad, y se acompañaban de una completa gama de vestidos y accesorios opcionales incluyendo muebles adecuados.
Desde l935 existía en Buenos Aires una importante fábrica de juguetes de hojalata litografiada: “Matarazzo”, que abastecía el mercado argentino con sus productos para niñas y varones. Había juegos de té y de menaje, cocinas modelo a carbón, baldes, palas, moldes y zarandas, autos, camiones y aviones, en variados modelos y tamaños, con o sin propulsión a cuerda y hasta un cocodrilo que correteaba abriendo y cerrando su boca amenazadora.
La segunda guerra mundial (l939-1945) en la que participaron EEUU, Europa y Japón, produjo en los países involucrados, la suspensión de la fabricación de artículos de consumo, incluidos los juguetes, y ello propició en otros lugares la inicial industrialización alternativa de reemplazo de las importaciones suspendidas. Así en Argentina creció esta actividad y exceptuando el periodo l946-1949 en que hubo una avalancha de importaciones de posguerra y bajo el “proteccionismo” y “aislacionismo” posterior: 1950-l962 se desarrolló nuestra industria juguetera que sin embargo jamás alcanzó en general, los niveles competitivos mundiales de innovación y calidad.
Muñecas El Mago, fue una línea económica, íntegramente confeccionada de tela, con la excepción de su cara de cartón pintado y sus manos, apenas muñones sin dedos y demarcadas por una cintita apretada a modo de muñeca y sus pies del mismo modo pero calzados en unos zapatitos de hule y cartón Vestidas modestamente y presentadas en su correspondiente caja de cartón gris, sin ningún impreso ni color, solo ofrecían una puntilla de papel blanco pegada en todo su borde y que se apreciaba al destaparse.
Seguramente fue suficiente por muchos años en aquel entorno poco exigente y aun menos competitivo.
“Do-Re-Mi” fue un xilofón de 12 notas tan perfectamente afinadas que permitían una aceptable iniciación musical y que adjuntaba un cuadernillo de canciones infantiles ejecutables por el sistema de notación numérica.
Tras la “guerra”, la aparición de los materiales plásticos a partir del Nylon y el Poliestireno y las técnicas de estrucción e inyección, revolucionaron al mundo y por supuesto también a los juguetes.
A partir de entonces los nuevos materiales fueron reemplazando a todo lo anterior y así aparecieron “Plastix” que con matricería importada e ingeniosos mecanismos a cuerda, fabricó toda una línea de juguetes de movimientos muy originales que lanzaba interrumpidamente a la plaza como novedades, y “Plásticos Sanz” , quien desarrolló una muy extensa línea de juguetes más económicos que saturaron al mercado.
También “Plombel” que en la preguerra fabricó soldaditos de plomo de infantería y caballería en forma de figuras planas con o sin terminación de pintura, a partir de l948, adjuntó su oferta de juguetes plásticos: un portaaviones flotante, avioncitos de guerra, soldados, etc. con su exitosa aceptación.
Ahora quiero referirme al período l946-1949: prontamente tras el armisticio de l945, se reanudaron provenientes de las naciones vencedoras las exportaciones de su nueva producción de juguetes. Inglaterra y Francia partieron de sus productos anteriores a los que agregaron las innovaciones posibles, pero EEUU. creó toda una gama totalmente original de artículos con más complejos mecanismos, entre los cuales se destacó una ametralladora de mano en hojalata de colores vistosos y tamaño real que tableteaba a cuerda y lanzaba chispas por su cañón y un ingenioso Jeep de “Joe”: un caricaturesco soldado que por su marcha y movimientos desordenados fue conocido como el “Jeep Loco” y cuya penetración y vigencia marcó todo un hito en la época.
De Inglaterra llegaron los autos, camiones, tractores y lanchas a cuerda marca “Triang Minic”, cuya característica original era: en su pequeño tamaño, una perfección de marcha lenta y uniforme y su diseño serio a modo de maqueta.
Recién establecido, el legendario canal 7 de televisión, hubo una entonces pequeña empresa que fue pionera en la publicidad de juguetes y así creció desarrollando una muy importante participación en la plaza del ramo juguetero Argentino. Fue “Arplast” con su primera marca “Jugal” que correspondía a una pequeña licuadora a manivela que permitía a las niñas poseer en juguete, aquel primer electrodoméstico recién incorporado a los hogares y con un suceso irrepetible.
Las fábricas de muñecas argentinas eran numerosas y las había de diferente tipo. Los bebes malcriados “Halcón” de “pasta” inadecuadamente frágil, que al descuido accidental, se rompían en “mil pedazos”, con la consiguiente frustración y llanto de sus pequeñas “mamás” y que además de sus ojos movibles (que al acostarlos se cerraban para dormir) también balbuceaban algo parecido a “mamá” por medio de un primitivo ingenio implantado dentro del relleno de su cuerpo de tela y que consistía de un fuelle con un contrapeso y una lengüeta de voz accionada por el aire cada vez que se volcaba la posición del muñeco.
“Famil” fue otra marca, de diferente característica: en sus varios modelos y menores tamaños, eran populares por su bajo precio y su “pasta” (con aserrín de madera y cola) era muy resistente, casi irrompible, pero tenía solamente “ojos fijos”: solamente una adecuada calcomanía y añadía una serie de negritas y negritos de gran aceptación.
“Alide”, proporcionaba una innovación en las articulaciones de tela entre su cuerpo relleno y sus piernas y brazos, que facilitaba otro movimiento y postura: sentada o acunada, en brazos, sillas o camas. Sus modelos de lujo finamente terminadas y vestidas, engalanaron por años las vidrieras de las mejores jugueterías de Buenos Aires.
Hubo diferentes fábricas que produjeron muñecas caminadoras con un sistema que consistía en un simple dispositivo interno que permitía dar pasos sucesivos al sostenerlas de adecuada manera y apoyando los pies alternativamente; fue todo un boom y en su pleno auge la firma “Arplast” se destacó con la suya a la nombró: “Linda Miranda” y a la que publicitó en TV. Con el eslogan de: “con su casita propia”, simplemente su caja forrada con papel ilustrando todos sus lados con el dibujo de paredes con ventanas y puertas y tapa roja a modo de techo de tejas, logró un récord de aceptación y de ventas.
Sería el año l950 cuando apareció la nueva tecnología basada en un nuevo material: el vinilo (nombrado “plastisol”) de consistencia flexible y totalmente irrompible, el que se aplicó de inmediato a la industria de las muñecas y dominó el mercado de tal manera que en poco mas de un año originó el cierre y la desaparición de todas las numerosas fábricas existentes de muñecas de “pasta”, ninguna de las cuales pudo conseguir adaptarse, pues el nuevo método era entonces un secreto industrial celosamente guardado y además requería de recientes maquinarias de gran producción, cuya disponibilidad era muy escasa y onerosa.
Fue también Arplast quien introdujo esta novedad, y la publicitó en el Canal 7, con la marca “Piel Angeli” aprovechando la presencia del suceso cinematográfico de la adolescente actriz italiana: Ana María Pierangeli en su película “Domani es troppo tardi” y en clara alusión a la textura y acabado del nuevo material. Las ventas acapararon casi todo el mercado. Solo surgió la competencia de un improvisado, que con el auxilio de un ex químico de Duperial, al que tuvo que asociarse, logró develar el secreto industrial y aprovechando la publicidad de Piel Angeli introducir su marca: “Ideal”, con su menor precio.
Siempre hubo muñecas, pero la ropa a la moda y adecuada al tamaño, que podía adquirirse y utilizarse separadamente, fue una innovación que llegó al mercado tras las nuevas muñecas de vinilo. Hubo varios talleres que la confeccionaban y presentaban con sus perchitas plásticas y en sus bolsitas transparentes.
“Gorgo” en hojalata y “Rullero” en plástico fueron dos creativas industrias Argentinas que añadieron sus extensas líneas de autos y camiones con la entonces reciente cuerda a fricción (incluso con sonido de sirena) que reemplazaba a la tradicional cuerda de fleje con llave, y que consistía en una transmisión de multiplicación hacia un volante cuya pesada inercia era utilizada para impulsar el rodado hacia un trayecto de recorrido suficiente.
Contemporáneas fueron las cajas de construcción de “Mis Ladrillos”, originariamente de goma y años mas tarde de plástico que desarrollaron la creatividad infantil. La misma firma: “Egtoys”, introdujo toda una colección de piezas consistentes en animales, personas, cercos, molinos, carruajes, etc. moldeados en plomo, en perfecta escala y pintados a mano con los que se podía formar sobre cualquier mesa, una estancia completa, y que podían adquirirse por separado.
De la misma manera hubo también un zoológico.
Los clásicos soldaditos de plomo también lograron su perfección: dejaron de ser chatos; tanto infantes como montados, fueron volumétricamente moldeados y perfectamente pintados. La marca “Reyco” los produjo de desfile: hubo granaderos y cadetes Argentinos y hasta caballeros medievales con sus armaduras. En cambio la marca “Mambrú” fabricó de la misma manera toda una serie de combate con sus uniformes modernos y la novedosa característica de poder intercambiar sus armas que podían separarse de sus manos: eran rifles con o sin bayoneta y ametralladoras portátiles. También tomaban baldes y herramientas y hubo bolsas (en goma) para apilar y poder atrincherarse.
“Grafil” fue una marca Argentina que produjo un cañoncito a resorte y cebita, un tanque con oruga y un camión militar con puertas operables.
Muchos de estos diseños fueron copias y/o adaptaciones de modelos importados principalmente de Inglaterra.
Fabricantes artesanales aportaron su producción de fuertes, castillos, trincheras a modo de dioramas, etc. de madera o papel maché que fueron el entorno de toda esa moda militaria.
El cañón “Goliat”, ostentó su merecido honor, fue un invento y desarrollo Argentino que hasta llegó a exportarse. Su ingenioso funcionamiento se basaba en un tubo torneado de bronce conteniendo en su interior a otro de menor diámetro y un poco más largo provisto de un resorte que cuando era oprimido coincidía en la boca, simultáneamente también coincidían en la “culata” dos respectivas perforaciones, en las que se introducía una mecha especial que trababa ambos tubos en dicha posición y la boca se obturaba con una pequeña bolita roja de plástico a modo de proyectil; entonces con un fósforo se encendía la mecha, la que al consumirse destrababa mediante el accionar del resorte la alineación de ambos tubos y la de sus perforaciones y con ello finalizaba su combustión en el ahora interior hermético a modo de recámara con la resultante instantánea presión de los gases que producían la explosión y el consiguiente disparo.
Todo ello tan efectista, era inofensivo por el limitado alcance de la bolita proyectil y por el pequeño tamaño de todo el juguete en sus varios modelos.
Se comercializaban repuestos de mechas y proyectiles y todo tuvo muchos años de vigencia.
Las primitivas escopetas de juguete de hojalata y culata de madera cargaban un resorte que al gatillar disparaba un corchito prendido de su hilo, o en otra variante, las flechillas con ventosa de goma, aptas para el tiro al blanco.
Y los revólveres, también de hojalata marca “Sym” o “Vultor” , eran a rollo de cebitas, todo un avance de repetición respecto a los anteriores de carga unitaria. Después al fabricarse de fundición, mejoraron notablemente su diseño en procura de realismo.
Pero recién en la década del 70, llegaron de Italia y de Alemania réplicas tan exactas que tuvieron una utilización teatral y hasta quizás también delictiva; ahora disparaban unas cápsulas fulminantes de plástico y aún otras de bronce, ya de 6 mm y que producían un estampido de fogueo muy real. A estas últimas podía aplicarse un aditamento receptor para disparar señales de bengala de colores.
“Broadway”, “Halcón” y “Belloti”, eran las principales fábricas de rodados: triciclos, bicicletas, monopatines y autos a pedal, pero “Ascarate Escoda” produjo diversos modelos de “Sulkyciclos”, los que con su caballito tan real, forrado en cuero con pelo, eran tan criollos y por ello tan solicitados. También llegaron a exportarse.
Un ex obrero de dicha industria: el Sr Schay, llegó a independizarse con la fabricación de los caballos solamente a los que montaba sobre una base curva de madera o de hierro a modo de balancín y comercializó como caballos hamaca.
La máquina de coser “Norita”, con su manivela, su carretel de hilo único, su sistema de punto cadena, su robustez y su clasicismo, fue mas que un juguete Argentino en las pequeñas manos de tantas niñas.
El cine “Graf” con sus películas de papel manteca, simples tiras de cuentos con figuras en colores, que el artefacto proyectaba ampliadas en cualquier pared lisa de una oscurecida habitación, tenía la magia suficiente para atrapar el interés de los auditorios infantiles.
Y la máquina a vapor “Deo” de impecable manufactura, demostraba su funcionamiento girando su pesado volante, a partir de la presión de su caldera de agua calentada por su correspondiente lamparilla de alcohol.
Caleidoscopios de tubos de cartón, de manufactura artesanal con sus multicolores transparencias geométricas a modo de caprichosos e infinitos vitraux, giróscopos inquietantes en sus extraños equilibrios, microscopios de juguete pero suficientes para descubrir un mundo invisible por su pequeñez y sobre todo las cajas juegos de experimentos de Química, despertaron curiosidades y vocaciones, y en muchos casos iniciaron carreras de toda la vida.
“Alex Mir” la marca de Alejandro Mirolli, un conocido mago profesional, permaneció en las jugueterías durante años, en las cajas de trucos de magia con sus elementos e instrucciones al alcance de todos.
Siempre hubo clásicos juegos de mesa, también llamados de salón: ludos, damas, carreras de caballos, juegos de la oca, sombreritos voladores, ajedreces, loterías, dominós, naipes españoles o de poker, etc. pero otros, muy particulares, permanecieron largamente en nuestro pais y aún hoy, algunos todavía están vigentes. Ellos fueron y son: el “Aernaval” y su versión menor: el “Victoria”, también “Rutas Nacionales”, el “Cerebro Mágico” y el “Mago Chang” y la línea “Estanciero” que incluía al “Sufra”, “Flota mercante”, “Bucanero”, “Linyera”, Etc. y el mas reciente “Scrabell” y los últimos juegos de adultos como el “Trivial”, el “Bleff” y tantos otros.
Llegado el año 1962, los avatares políticos Argentinos permitieron cambios económicos y con ellos nuevamente la importación casi irrestricta de juguetes. Cada apertura económica significó un freno a la “protegida” industria local pero optimizó la oferta incorporando las principales novedades mundiales del ramo.
Japón, ya lejos de su derrota de 1946 y ahora en su auge reconstructivo, exportó a la Argentina sus recientes novedosos juguetes, verdaderamente sensacionales. Eran animales reales o antropomórficos, personajes activos, robots, platos voladores, vehículos militares o civiles, etc. todos animados de complejos movimientos, luces y sonidos.
Provistos de micromotores a pila y combinando hojalata, plástico y pelouche, con sus hermosos colores, estaban presentados en cajas de cartulina litografiada y causaron un notable impacto de ventas.
Con el transcurso del tiempo, la saturación de la oferta y la escasa participación del niño en el juego frente a sus automatismos, fue originando su declinación.
Simultáneamente llegan a nuestro país, desde Inglaterra, los “Matchbox” que significa: caja de fósforos. La idea consistía en fabricar en Zamac y plástico y finamente terminados, unos pequeños vehículos de todo tipo y en cualquier escala, pero que cupieran en un remedo de las tradicionales cajillas de fósforos Inglesas con su clásica combinación de colores azul y amarillo. La primera partida ya ofrecía unos 40 modelos numerados, lo que constituía un grupo interesante, mas luego se completó la serie hasta el programa de 75 diferentes, el que se mantuvo durante décadas con la salvedad de que en cada año, se reemplazaban varios números por nuevos diferentes y cada vez mejores, con lo que se acumuló un coleccionismo de varios centenares. En esta evolución, las cajas perdieron su formato original y hasta se transformaron en blisters y también aparecieron los “Matchbox Superfast”, que significa muy rápidos en alusión al perfeccionamiento de su rodado, lo que facilitaba un envión de largo y recto recorrido, y permitió la adición de “pistas” tipo tobogán, con diversas variantes de fantasía, para jugar con sus deslizamientos.
Entonces ya “Dinky Toys”, debió compartir el mercado con “Corgi Toys” y pronto muchas otras nuevas marcas que desde diferentes países añadieron una creciente infinita variedad de modelos fundidos a inyección en metal “Zamac” y conformaron todo un universo de autos, camiones, tanques, etc. en escala 1/43 y varias otras.
También llegó “Scalextric”, primeramente original Inglés de la “Triang Minic” y luego fabricado y adaptado en la Argentina. Esta pista de carreras de autos en escala l:32, con sus tramos componibles en diversos recorridos, su motorización eléctrica eficiente de alta performance, sus correspondientes pulsadores de comando y su transformador de corriente a 12 volts, de utilización segura, acaparó el interés de mas de una sola generación.
Participaron niños y adultos en la pasión de la competencia procurando evitar el despiste, se originaron clubes y pistas comerciales de alquiler y apareció toda una actividad micromecánica de construcción y reforma de coches basada en la disponibilidad de componentes, repuestos y accesorios, como los acreditados motores Japoneses “Mabuchi” y “Mura”, chasis y carrocerías, neumáticos especiales y hasta líquidos antiderrapantes.
De Inglaterra llegó “Airfix” y de EEUU llegaron “Revell” y ”Monogram”, todas marcas pioneras del modelismo plástico en escala que junto a las pinturas “Humbrol” y al cemento de pegar “Britfix”, inauguraron todo un nuevo hobbismo de maquetería y coleccionismo dedicado principalmente a los adolescentes y que incluía réplicas exactas de aviones militares y civiles, embarcaciones y navíos de todas las épocas, automóviles de modelos y marcas conocidas, camiones , motocicletas, cohetes y satélites, vehículos militares y soldados, etc.
En la actualidad, esta actividad ya cuenta unos cuarenta años, y ha ido incorporando muchas nuevas marcas japonesas, italianas, francesas y de varios otros países.
También ocuparon su lugar los trenes eléctricos: “Hornby Dublo” Inglés, “Trix Express” y “Fleishman” Alemanes, “Lilliput” Austríaco, “Lima” “Rivarozzi” y “Pocher” Italianos, etc. pero la vedette del mercado desde 1962 fue “Marklin”.
Su inteligente comercialización y penetración en la plaza Argentina, basada en la organización de agencias oficiales en cada zona y provistas de un completo surtido de cajas básicas y elementos de ampliación y un sérvice de mantenimiento y reparaciónes, desarrolló por años esta actividad que atrajo también a muchos adultos a este hobbie oneroso.
En su práctica escala “HO” (reducción l/87) habían locomotoras y vagones de todo tipo y tramos de rieles de trocha de l8 mm de muchas formas y tamaños, incluyendo cruces, desvíos, señales, barreras, luces, puentes, catenarías, paragolpes, etc. que facilitaban el armado de tendidos muy reales , verdaderas mesas de paisajes ferroviarios con varios trenes de accionamiento individual o simultáneo.
La decoración de todo ello se implementaba con varias marcas de perfecto modelismo plástico en escala HO: “Faller”, “Wollmer”, “Kibri”, ”Preiser”, “Merten”, etc. que configuraban toda clase de construcciones y edificios, desde andenes y estaciones hasta depósitos, casas e iglesias, vehiculos y personas, en fin todo el paisaje urbano o rural, imaginable.
Fueron muchos años de actividad comercial rentable para los negocios especializados, toda una época de privilegio para pequeñas y medianas empresas familiares, generalmente atendidas por sus dueños, quienes establecían un contacto cordial y amistoso con su clientela, a la que brindaban un asesoramiento y trato personal. Por supuesto, en los vertiginosos cambios actuales de nuestro mundo, aún perduran muchos recuerdos de aquellos tiempos que hoy ya son historia.
MARIO BOLOTINSKY.
Toda la existencia de objetos de uso corriente siempre estuvo ligada a la disponibilidad de los materiales y de las técnicas necesarias para su fabricación.
Los juguetes no son la excepción y por ello históricamente y también en el siglo 19 dependían de artesanías de madera y de telas, de porcelana y de materiales provenientes del reino animal: desde huesos tallados hasta el carey y el nácar originarios de cuernos, astas y conchas.
Así como se fabricaban platos y tazas, fue posible hacer cabezas, brazos y piernas de porcelana, los que ensamblados en cuerpos de tela con relleno, y vestidas adecuadamente dieron origen a las primeras muñecas masivamente industrializadas, originariamente en Alemania.
La aparición de aquellos “nuevos” materiales plásticos: la bakelita y el celuloide y el desarrollo de la hojalata litografiada y conformada, dominaron el mercado de la primera mitad del siglo veinte y multiplicaron enormemente la producción abaratando los precios y popularizando el consumo.
En la década del treinta ya proliferaban: el sistema de construcciones metálicas Meccano, los trenes a cuerda Hornby, los vehículos miniaturas en escala fundidos de “Zamac”, marca Dinky Toys, los aviones de vuelo de cartulina, delgado aluminio y madera de balsa marca Frog, todos ellos de origen Inglés.
En la misma época Lionel en EEUU y Marklin en Alemania producían ya, unas perfectas y extensas líneas de productos que totalizaban verdaderos completos ferrocarriles eléctricos en escala y que podían coleccionarse y ampliarse ad infinitum. Ello dio origen a la participación de los adultos en calidad de usuarios en este juego originariamente infantil y lanzó todo un universo de actividades bajo la denominación de hobbies que incluyó la creación de clubes y la publicación de numerosas revistas especializadas.
El Meccano Inglés ya había incorporado piezas de mecanismos que permitían crear todo tipo de funcionamientos, incluso con “motorización” a cuerda o eléctrica y publicó una revista mensual de difusión y popularización tecnológica donde incluía interesantes nuevos modelos que reproducían al mundo real. Así hubo un reloj a péndulo de 1,70 mts. de altura que daba la hora real, o un telar eléctrico que producía una cinta de tela de algunos centímetros de ancho y en colores combinados, o un dispositivo que dibujaba complejos filigranas geométricos en un tablero ad hoc. Etc.
Publicidad, clubes, concursos, premios y el auge económico de la industrialización impulsaron el coleccionismo y la “maquetería” e incorporaron a muchos adultos a todo este mundo que ya definitivamente dejó de ser exclusivo de los niños.
La pequeña lanchita Po-Po de hojalata con su mecherito a alcohol y su característico sonido, navegó en tantas bañeras, haciendo las delicias de sus infantiles tripulantes.
Hay que mencionar una marca Alemana: Schucco, que producía juguetes de hojalata de una inmejorable calidad de diseño y que incluía en sus vehículos (principalmente autitos de carrera) mecanismos “verdaderos” de volantes de dirección independiente, frenos y palancas de cambio con varias “velocidades” que funcionaban realmente, suspensiones y hasta pequeños “diferenciales” y “paliers”. Las ruedas perfectas con sus neumáticos de caucho, la pintura y la litografía impecable y hasta los pequeños tornillos cromados emulaban la perfección de la relojería.
Fueron aquellos los años del desarrollo del vuelo tripulado y los dirigibles hacían su aparición. Las miradas al cielo y el asombro ante la impactante novedad, no pasaron inadvertidas para los fabricantes de juguetes, quienes prontamente reprodujeron en hojalata unos “Zeppelines” miniaturas, incluso con funcionamiento a cuerda, que invadieron desde Alemania al mundo entero.
Casa América ofrecía en exclusividad los proyectores a manivela y a motor marca Hollyvood y sus correspondientes películas mudas en 8 mm con los éxitosos: Carlitos Chaplin, Laurel y Hardy, los Tres Chiflados y toda la clásica producción de Walt Disney.
Y Marilú tenía sus acreditadas muñecas de “pasta” en sus dos tamaños y con las articulaciones móviles en cuello y extremidades, incluso rodillas, codos y muñecas, lo que les otorgaba una notable expresividad, y se acompañaban de una completa gama de vestidos y accesorios opcionales incluyendo muebles adecuados.
Desde l935 existía en Buenos Aires una importante fábrica de juguetes de hojalata litografiada: “Matarazzo”, que abastecía el mercado argentino con sus productos para niñas y varones. Había juegos de té y de menaje, cocinas modelo a carbón, baldes, palas, moldes y zarandas, autos, camiones y aviones, en variados modelos y tamaños, con o sin propulsión a cuerda y hasta un cocodrilo que correteaba abriendo y cerrando su boca amenazadora.
La segunda guerra mundial (l939-1945) en la que participaron EEUU, Europa y Japón, produjo en los países involucrados, la suspensión de la fabricación de artículos de consumo, incluidos los juguetes, y ello propició en otros lugares la inicial industrialización alternativa de reemplazo de las importaciones suspendidas. Así en Argentina creció esta actividad y exceptuando el periodo l946-1949 en que hubo una avalancha de importaciones de posguerra y bajo el “proteccionismo” y “aislacionismo” posterior: 1950-l962 se desarrolló nuestra industria juguetera que sin embargo jamás alcanzó en general, los niveles competitivos mundiales de innovación y calidad.
Muñecas El Mago, fue una línea económica, íntegramente confeccionada de tela, con la excepción de su cara de cartón pintado y sus manos, apenas muñones sin dedos y demarcadas por una cintita apretada a modo de muñeca y sus pies del mismo modo pero calzados en unos zapatitos de hule y cartón Vestidas modestamente y presentadas en su correspondiente caja de cartón gris, sin ningún impreso ni color, solo ofrecían una puntilla de papel blanco pegada en todo su borde y que se apreciaba al destaparse.
Seguramente fue suficiente por muchos años en aquel entorno poco exigente y aun menos competitivo.
“Do-Re-Mi” fue un xilofón de 12 notas tan perfectamente afinadas que permitían una aceptable iniciación musical y que adjuntaba un cuadernillo de canciones infantiles ejecutables por el sistema de notación numérica.
Tras la “guerra”, la aparición de los materiales plásticos a partir del Nylon y el Poliestireno y las técnicas de estrucción e inyección, revolucionaron al mundo y por supuesto también a los juguetes.
A partir de entonces los nuevos materiales fueron reemplazando a todo lo anterior y así aparecieron “Plastix” que con matricería importada e ingeniosos mecanismos a cuerda, fabricó toda una línea de juguetes de movimientos muy originales que lanzaba interrumpidamente a la plaza como novedades, y “Plásticos Sanz” , quien desarrolló una muy extensa línea de juguetes más económicos que saturaron al mercado.
También “Plombel” que en la preguerra fabricó soldaditos de plomo de infantería y caballería en forma de figuras planas con o sin terminación de pintura, a partir de l948, adjuntó su oferta de juguetes plásticos: un portaaviones flotante, avioncitos de guerra, soldados, etc. con su exitosa aceptación.
Ahora quiero referirme al período l946-1949: prontamente tras el armisticio de l945, se reanudaron provenientes de las naciones vencedoras las exportaciones de su nueva producción de juguetes. Inglaterra y Francia partieron de sus productos anteriores a los que agregaron las innovaciones posibles, pero EEUU. creó toda una gama totalmente original de artículos con más complejos mecanismos, entre los cuales se destacó una ametralladora de mano en hojalata de colores vistosos y tamaño real que tableteaba a cuerda y lanzaba chispas por su cañón y un ingenioso Jeep de “Joe”: un caricaturesco soldado que por su marcha y movimientos desordenados fue conocido como el “Jeep Loco” y cuya penetración y vigencia marcó todo un hito en la época.
De Inglaterra llegaron los autos, camiones, tractores y lanchas a cuerda marca “Triang Minic”, cuya característica original era: en su pequeño tamaño, una perfección de marcha lenta y uniforme y su diseño serio a modo de maqueta.
Recién establecido, el legendario canal 7 de televisión, hubo una entonces pequeña empresa que fue pionera en la publicidad de juguetes y así creció desarrollando una muy importante participación en la plaza del ramo juguetero Argentino. Fue “Arplast” con su primera marca “Jugal” que correspondía a una pequeña licuadora a manivela que permitía a las niñas poseer en juguete, aquel primer electrodoméstico recién incorporado a los hogares y con un suceso irrepetible.
Las fábricas de muñecas argentinas eran numerosas y las había de diferente tipo. Los bebes malcriados “Halcón” de “pasta” inadecuadamente frágil, que al descuido accidental, se rompían en “mil pedazos”, con la consiguiente frustración y llanto de sus pequeñas “mamás” y que además de sus ojos movibles (que al acostarlos se cerraban para dormir) también balbuceaban algo parecido a “mamá” por medio de un primitivo ingenio implantado dentro del relleno de su cuerpo de tela y que consistía de un fuelle con un contrapeso y una lengüeta de voz accionada por el aire cada vez que se volcaba la posición del muñeco.
“Famil” fue otra marca, de diferente característica: en sus varios modelos y menores tamaños, eran populares por su bajo precio y su “pasta” (con aserrín de madera y cola) era muy resistente, casi irrompible, pero tenía solamente “ojos fijos”: solamente una adecuada calcomanía y añadía una serie de negritas y negritos de gran aceptación.
“Alide”, proporcionaba una innovación en las articulaciones de tela entre su cuerpo relleno y sus piernas y brazos, que facilitaba otro movimiento y postura: sentada o acunada, en brazos, sillas o camas. Sus modelos de lujo finamente terminadas y vestidas, engalanaron por años las vidrieras de las mejores jugueterías de Buenos Aires.
Hubo diferentes fábricas que produjeron muñecas caminadoras con un sistema que consistía en un simple dispositivo interno que permitía dar pasos sucesivos al sostenerlas de adecuada manera y apoyando los pies alternativamente; fue todo un boom y en su pleno auge la firma “Arplast” se destacó con la suya a la nombró: “Linda Miranda” y a la que publicitó en TV. Con el eslogan de: “con su casita propia”, simplemente su caja forrada con papel ilustrando todos sus lados con el dibujo de paredes con ventanas y puertas y tapa roja a modo de techo de tejas, logró un récord de aceptación y de ventas.
Sería el año l950 cuando apareció la nueva tecnología basada en un nuevo material: el vinilo (nombrado “plastisol”) de consistencia flexible y totalmente irrompible, el que se aplicó de inmediato a la industria de las muñecas y dominó el mercado de tal manera que en poco mas de un año originó el cierre y la desaparición de todas las numerosas fábricas existentes de muñecas de “pasta”, ninguna de las cuales pudo conseguir adaptarse, pues el nuevo método era entonces un secreto industrial celosamente guardado y además requería de recientes maquinarias de gran producción, cuya disponibilidad era muy escasa y onerosa.
Fue también Arplast quien introdujo esta novedad, y la publicitó en el Canal 7, con la marca “Piel Angeli” aprovechando la presencia del suceso cinematográfico de la adolescente actriz italiana: Ana María Pierangeli en su película “Domani es troppo tardi” y en clara alusión a la textura y acabado del nuevo material. Las ventas acapararon casi todo el mercado. Solo surgió la competencia de un improvisado, que con el auxilio de un ex químico de Duperial, al que tuvo que asociarse, logró develar el secreto industrial y aprovechando la publicidad de Piel Angeli introducir su marca: “Ideal”, con su menor precio.
Siempre hubo muñecas, pero la ropa a la moda y adecuada al tamaño, que podía adquirirse y utilizarse separadamente, fue una innovación que llegó al mercado tras las nuevas muñecas de vinilo. Hubo varios talleres que la confeccionaban y presentaban con sus perchitas plásticas y en sus bolsitas transparentes.
“Gorgo” en hojalata y “Rullero” en plástico fueron dos creativas industrias Argentinas que añadieron sus extensas líneas de autos y camiones con la entonces reciente cuerda a fricción (incluso con sonido de sirena) que reemplazaba a la tradicional cuerda de fleje con llave, y que consistía en una transmisión de multiplicación hacia un volante cuya pesada inercia era utilizada para impulsar el rodado hacia un trayecto de recorrido suficiente.
Contemporáneas fueron las cajas de construcción de “Mis Ladrillos”, originariamente de goma y años mas tarde de plástico que desarrollaron la creatividad infantil. La misma firma: “Egtoys”, introdujo toda una colección de piezas consistentes en animales, personas, cercos, molinos, carruajes, etc. moldeados en plomo, en perfecta escala y pintados a mano con los que se podía formar sobre cualquier mesa, una estancia completa, y que podían adquirirse por separado.
De la misma manera hubo también un zoológico.
Los clásicos soldaditos de plomo también lograron su perfección: dejaron de ser chatos; tanto infantes como montados, fueron volumétricamente moldeados y perfectamente pintados. La marca “Reyco” los produjo de desfile: hubo granaderos y cadetes Argentinos y hasta caballeros medievales con sus armaduras. En cambio la marca “Mambrú” fabricó de la misma manera toda una serie de combate con sus uniformes modernos y la novedosa característica de poder intercambiar sus armas que podían separarse de sus manos: eran rifles con o sin bayoneta y ametralladoras portátiles. También tomaban baldes y herramientas y hubo bolsas (en goma) para apilar y poder atrincherarse.
“Grafil” fue una marca Argentina que produjo un cañoncito a resorte y cebita, un tanque con oruga y un camión militar con puertas operables.
Muchos de estos diseños fueron copias y/o adaptaciones de modelos importados principalmente de Inglaterra.
Fabricantes artesanales aportaron su producción de fuertes, castillos, trincheras a modo de dioramas, etc. de madera o papel maché que fueron el entorno de toda esa moda militaria.
El cañón “Goliat”, ostentó su merecido honor, fue un invento y desarrollo Argentino que hasta llegó a exportarse. Su ingenioso funcionamiento se basaba en un tubo torneado de bronce conteniendo en su interior a otro de menor diámetro y un poco más largo provisto de un resorte que cuando era oprimido coincidía en la boca, simultáneamente también coincidían en la “culata” dos respectivas perforaciones, en las que se introducía una mecha especial que trababa ambos tubos en dicha posición y la boca se obturaba con una pequeña bolita roja de plástico a modo de proyectil; entonces con un fósforo se encendía la mecha, la que al consumirse destrababa mediante el accionar del resorte la alineación de ambos tubos y la de sus perforaciones y con ello finalizaba su combustión en el ahora interior hermético a modo de recámara con la resultante instantánea presión de los gases que producían la explosión y el consiguiente disparo.
Todo ello tan efectista, era inofensivo por el limitado alcance de la bolita proyectil y por el pequeño tamaño de todo el juguete en sus varios modelos.
Se comercializaban repuestos de mechas y proyectiles y todo tuvo muchos años de vigencia.
Las primitivas escopetas de juguete de hojalata y culata de madera cargaban un resorte que al gatillar disparaba un corchito prendido de su hilo, o en otra variante, las flechillas con ventosa de goma, aptas para el tiro al blanco.
Y los revólveres, también de hojalata marca “Sym” o “Vultor” , eran a rollo de cebitas, todo un avance de repetición respecto a los anteriores de carga unitaria. Después al fabricarse de fundición, mejoraron notablemente su diseño en procura de realismo.
Pero recién en la década del 70, llegaron de Italia y de Alemania réplicas tan exactas que tuvieron una utilización teatral y hasta quizás también delictiva; ahora disparaban unas cápsulas fulminantes de plástico y aún otras de bronce, ya de 6 mm y que producían un estampido de fogueo muy real. A estas últimas podía aplicarse un aditamento receptor para disparar señales de bengala de colores.
“Broadway”, “Halcón” y “Belloti”, eran las principales fábricas de rodados: triciclos, bicicletas, monopatines y autos a pedal, pero “Ascarate Escoda” produjo diversos modelos de “Sulkyciclos”, los que con su caballito tan real, forrado en cuero con pelo, eran tan criollos y por ello tan solicitados. También llegaron a exportarse.
Un ex obrero de dicha industria: el Sr Schay, llegó a independizarse con la fabricación de los caballos solamente a los que montaba sobre una base curva de madera o de hierro a modo de balancín y comercializó como caballos hamaca.
La máquina de coser “Norita”, con su manivela, su carretel de hilo único, su sistema de punto cadena, su robustez y su clasicismo, fue mas que un juguete Argentino en las pequeñas manos de tantas niñas.
El cine “Graf” con sus películas de papel manteca, simples tiras de cuentos con figuras en colores, que el artefacto proyectaba ampliadas en cualquier pared lisa de una oscurecida habitación, tenía la magia suficiente para atrapar el interés de los auditorios infantiles.
Y la máquina a vapor “Deo” de impecable manufactura, demostraba su funcionamiento girando su pesado volante, a partir de la presión de su caldera de agua calentada por su correspondiente lamparilla de alcohol.
Caleidoscopios de tubos de cartón, de manufactura artesanal con sus multicolores transparencias geométricas a modo de caprichosos e infinitos vitraux, giróscopos inquietantes en sus extraños equilibrios, microscopios de juguete pero suficientes para descubrir un mundo invisible por su pequeñez y sobre todo las cajas juegos de experimentos de Química, despertaron curiosidades y vocaciones, y en muchos casos iniciaron carreras de toda la vida.
“Alex Mir” la marca de Alejandro Mirolli, un conocido mago profesional, permaneció en las jugueterías durante años, en las cajas de trucos de magia con sus elementos e instrucciones al alcance de todos.
Siempre hubo clásicos juegos de mesa, también llamados de salón: ludos, damas, carreras de caballos, juegos de la oca, sombreritos voladores, ajedreces, loterías, dominós, naipes españoles o de poker, etc. pero otros, muy particulares, permanecieron largamente en nuestro pais y aún hoy, algunos todavía están vigentes. Ellos fueron y son: el “Aernaval” y su versión menor: el “Victoria”, también “Rutas Nacionales”, el “Cerebro Mágico” y el “Mago Chang” y la línea “Estanciero” que incluía al “Sufra”, “Flota mercante”, “Bucanero”, “Linyera”, Etc. y el mas reciente “Scrabell” y los últimos juegos de adultos como el “Trivial”, el “Bleff” y tantos otros.
Llegado el año 1962, los avatares políticos Argentinos permitieron cambios económicos y con ellos nuevamente la importación casi irrestricta de juguetes. Cada apertura económica significó un freno a la “protegida” industria local pero optimizó la oferta incorporando las principales novedades mundiales del ramo.
Japón, ya lejos de su derrota de 1946 y ahora en su auge reconstructivo, exportó a la Argentina sus recientes novedosos juguetes, verdaderamente sensacionales. Eran animales reales o antropomórficos, personajes activos, robots, platos voladores, vehículos militares o civiles, etc. todos animados de complejos movimientos, luces y sonidos.
Provistos de micromotores a pila y combinando hojalata, plástico y pelouche, con sus hermosos colores, estaban presentados en cajas de cartulina litografiada y causaron un notable impacto de ventas.
Con el transcurso del tiempo, la saturación de la oferta y la escasa participación del niño en el juego frente a sus automatismos, fue originando su declinación.
Simultáneamente llegan a nuestro país, desde Inglaterra, los “Matchbox” que significa: caja de fósforos. La idea consistía en fabricar en Zamac y plástico y finamente terminados, unos pequeños vehículos de todo tipo y en cualquier escala, pero que cupieran en un remedo de las tradicionales cajillas de fósforos Inglesas con su clásica combinación de colores azul y amarillo. La primera partida ya ofrecía unos 40 modelos numerados, lo que constituía un grupo interesante, mas luego se completó la serie hasta el programa de 75 diferentes, el que se mantuvo durante décadas con la salvedad de que en cada año, se reemplazaban varios números por nuevos diferentes y cada vez mejores, con lo que se acumuló un coleccionismo de varios centenares. En esta evolución, las cajas perdieron su formato original y hasta se transformaron en blisters y también aparecieron los “Matchbox Superfast”, que significa muy rápidos en alusión al perfeccionamiento de su rodado, lo que facilitaba un envión de largo y recto recorrido, y permitió la adición de “pistas” tipo tobogán, con diversas variantes de fantasía, para jugar con sus deslizamientos.
Entonces ya “Dinky Toys”, debió compartir el mercado con “Corgi Toys” y pronto muchas otras nuevas marcas que desde diferentes países añadieron una creciente infinita variedad de modelos fundidos a inyección en metal “Zamac” y conformaron todo un universo de autos, camiones, tanques, etc. en escala 1/43 y varias otras.
También llegó “Scalextric”, primeramente original Inglés de la “Triang Minic” y luego fabricado y adaptado en la Argentina. Esta pista de carreras de autos en escala l:32, con sus tramos componibles en diversos recorridos, su motorización eléctrica eficiente de alta performance, sus correspondientes pulsadores de comando y su transformador de corriente a 12 volts, de utilización segura, acaparó el interés de mas de una sola generación.
Participaron niños y adultos en la pasión de la competencia procurando evitar el despiste, se originaron clubes y pistas comerciales de alquiler y apareció toda una actividad micromecánica de construcción y reforma de coches basada en la disponibilidad de componentes, repuestos y accesorios, como los acreditados motores Japoneses “Mabuchi” y “Mura”, chasis y carrocerías, neumáticos especiales y hasta líquidos antiderrapantes.
De Inglaterra llegó “Airfix” y de EEUU llegaron “Revell” y ”Monogram”, todas marcas pioneras del modelismo plástico en escala que junto a las pinturas “Humbrol” y al cemento de pegar “Britfix”, inauguraron todo un nuevo hobbismo de maquetería y coleccionismo dedicado principalmente a los adolescentes y que incluía réplicas exactas de aviones militares y civiles, embarcaciones y navíos de todas las épocas, automóviles de modelos y marcas conocidas, camiones , motocicletas, cohetes y satélites, vehículos militares y soldados, etc.
En la actualidad, esta actividad ya cuenta unos cuarenta años, y ha ido incorporando muchas nuevas marcas japonesas, italianas, francesas y de varios otros países.
También ocuparon su lugar los trenes eléctricos: “Hornby Dublo” Inglés, “Trix Express” y “Fleishman” Alemanes, “Lilliput” Austríaco, “Lima” “Rivarozzi” y “Pocher” Italianos, etc. pero la vedette del mercado desde 1962 fue “Marklin”.
Su inteligente comercialización y penetración en la plaza Argentina, basada en la organización de agencias oficiales en cada zona y provistas de un completo surtido de cajas básicas y elementos de ampliación y un sérvice de mantenimiento y reparaciónes, desarrolló por años esta actividad que atrajo también a muchos adultos a este hobbie oneroso.
En su práctica escala “HO” (reducción l/87) habían locomotoras y vagones de todo tipo y tramos de rieles de trocha de l8 mm de muchas formas y tamaños, incluyendo cruces, desvíos, señales, barreras, luces, puentes, catenarías, paragolpes, etc. que facilitaban el armado de tendidos muy reales , verdaderas mesas de paisajes ferroviarios con varios trenes de accionamiento individual o simultáneo.
La decoración de todo ello se implementaba con varias marcas de perfecto modelismo plástico en escala HO: “Faller”, “Wollmer”, “Kibri”, ”Preiser”, “Merten”, etc. que configuraban toda clase de construcciones y edificios, desde andenes y estaciones hasta depósitos, casas e iglesias, vehiculos y personas, en fin todo el paisaje urbano o rural, imaginable.
Fueron muchos años de actividad comercial rentable para los negocios especializados, toda una época de privilegio para pequeñas y medianas empresas familiares, generalmente atendidas por sus dueños, quienes establecían un contacto cordial y amistoso con su clientela, a la que brindaban un asesoramiento y trato personal. Por supuesto, en los vertiginosos cambios actuales de nuestro mundo, aún perduran muchos recuerdos de aquellos tiempos que hoy ya son historia.
MARIO BOLOTINSKY.
Juguetes: evolución y mercado.
HISTORIA EVOLUTIVA DEL JUGUETE
Habiendo participado activamente durante los últimos mas de 50 años en la actividad juguetera en Buenos Aires, como un categorizado comercio especializado del ramo, atesoro en mi memoria los cambios habidos en todo este período, y desde esta perspectiva me propongo transmitir algunos conocimientos y reflexiones pertinentes.
En el mundo entero y desde antaño, siempre existió el juguete artesanal como un elemento lúdico y hasta artistico, también un objeto de decoración y lujo de las clases dominantes.
Su producción unitaria y manual restringió su cantidad, tal como la de todos los demás bienes de la sociedad preindustrial.
En el siglo 19 y principalmente en su segunda mitad, aparecieron en los países que se desarrollaban, industrias de todo tipo y la de los juguetes, acompañó naturalmente esta evolución.
Materiales y procedimientos, tecnología y maquinarias, diseño e inventivas, todo se disparó de acuerdo a las posibilidades crecientes de cada década.
Y la sociedad de consumo, afirmó su presencia modificando hábitos y perfilando “necesidades” hasta entonces impensadas.
En tal contexto, la presencia publicitaria, primero gráfica y luego radial y televisiva aceleró todo este proceso, al que contribuyó también la creación del día del niño, que impulsó la “obligación” de regalar juguetes, añadiendo una nueva fecha a las prácticas tradicionales de cumpleaños, de fiestas navideñas y de reyes magos.
EEUU, Japón y algunos países de Europa, fueron pioneros en esta industria: lideres en diferentes técnicas y especialidades en sucesivos períodos.
La Argentina, recién en la década del treinta comenzó su industrialización juguetera, la cual se incrementó durante la segunda guerra mundial, como sustitutiva de las importaciones interrumpidas.
Todo el proceso posterior de nuestra industria Argentina de juguetes si bien se desarrolló aceleradamente, jamás alcanzó los niveles adecuados de creatividad y competitividad mundiales y solo pudo mantenerse, amparado en varios períodos de políticas proteccionistas. Cada “apertura” del comercio exterior, representó una regresión y así hubo desde entonces una antinomia entre importadores y fabricantes nacionales: una brega persistente por el nivel arancelario y hasta alturas exorbitantes, que acompaño los errátiles avatares de nuestra historia política, tan intervencionista en materia económica.
A pesar de todo ello y partícipes de la evolución general, los negocios de Juguetería, generalmente de propiedad familiar, crecieron en cantidad, diversidad y calidad. Primero en el microcentro y luego en los centros barriales, expandiéndose hacia el Gran Buenos Aires y hacia el interior del país. Sin embargo la principal concentración proveedora de fabricantes, mayoristas e importadores, estuvo siempre en la Capital Federal y sus aledaños.
Los comercios minoristas dispusieron de continuas novedades y ello fomentaba el interés comprador.
El “coleccionismo” y los “hobbies” irrumpieron en el consumo y ello favoreció la actividad comercial.
Se equiparó a la “calidad de vida” el atesoramiento, a menudo compulsivo, con beneplácito de las ventas.
Hubo padres jóvenes que por primera vez, dotaban a sus hijos, generalmente en el dormitorio infantil, de una estantería rebosante de juguetes y era todo un orgullo presumir con ello ante sus amigos y parientes.
Los costos unitarios, si bien accesibles para la clase media, aún eran caros y ello justificaba la modalidad de una atención personal y de asesoramiento en forma individual.
Era el mecanismo habitual e indispensable de atender y mantener a la clientela.
Toda una época: un período de mas de una generación, con gran dedicación y consecuente progreso, con un crecimiento ininterrumpido.
Todavía la innovación asombraba e impulsaba la participación.
La variedad y la calidad en acelerada expansión realimentaban el interés y el consumo hasta los límites de las posibilidades.
Pero todo ciclo llega a su fin, los graduales cambios no se advierten, pero la inexorable evolución modifica todo y lo renueva.
Asi aparecieron las cadenas de negocios de juguetería, mas eficientes en su fuerza de concentración. También se afirmaron y proliferaron los Super e Hipermercados y al mismo tiempo, principalmente con la invasión de productos desde Oriente se abarataron considerablemente los precios.
La abundancia y la facilidad, desjerarquizan al “valor”.
La proliferación tiende a la depreciación y hasta al hartazgo.
La modernidad impuso el “autoservicio” con su racionalidad operativa.
Nuevos paseos de compras, organizados como centros comerciales y de esparcimientos, cambiaron los hábitos.
Y finalmente los negocios de “2 pesos”: multirrubros, pero incluyendo juguetes, y con toda su abundancia, también se insertaron en el mismo mercado diluyendo aún mas la rentabilidad de las jugueterías.
A todo esto hay que agregar el primordial factor de cambios que es la “PC” hogareña.
Ella, con sus jueguitos de “Vídeo Acción” atrajo también a los niños desde tempranas edades y modificó su idiosincrasia, apartándolos además parcialmente de los juguetes tradicionales.
Otra captación muy inteligente, es la de las cadenas de comida rápida: “Hamburguesas”, que en su “Cajita Feliz” incluyen al menú infantil unos juguetitos coleccionables que se renuevan periódicamente y que atraen a sus locales estratégicamente ubicados a la clientela infantil desde sus primeras edades, impulsando a sus progenitores a toda una nueva e inadvertida costumbre.
Todo este proceso descripto, cada vez mas acelerado, se desarrolló en las dos últimas décadas y como consecuencia afectó de tal manera al rubro comercial, que lo desplazó a la periferia y a la marginalidad, a un nivel de subsistencia y persistencia cercano a la pobreza.
Hoy ya existen muy pocas de las Jugueterías tradicionales y hasta las “cadenas”, salvo alguna excepción, también han desaparecido.
Los clientes hoy disponen de mejores precios y de una abundante variedad y calidad pero deben orientar su búsqueda entre las modalidades actuales y para ello deben conocer las características de los diferentes tipos de comercios existentes en su especialización de los productos, para poder encontrar sus requerimientos.
Mario J Bolotinsky (ex titular de JUGUETERIA 1810)
EPOCAS Y RECUERDOS
JUGUETERIA “1810” (Los comienzos).
En un Buenos Aires distante, cuyos barrios como suburbios de aquel primigenio centro histórico y administrativo, crecían y se extendían sobre la llanura circundante al advenimiento de las comunicaciones: primero sendas y caminos, luego el ferrocarril y sus estaciones, después el tranvía y hasta la primera línea de subterráneos de América del Sud, que corría bajo la superficie desde Plaza de Mayo hasta “Primera Junta” (altura Rivadavia 5400) y se inauguró en l9l3.
El barrio de “Caballito”, cuyo nombre deviene de una veleta con dicha figura ubicada desde el siglo pasado en lo alto de una pulpería situada en la esquina de Rivadavia y Emilio Mitre, fue creciendo al compás del progreso que le aportaron también: la cercana estación del ferrocarril Oeste, el club homónimo, las nuevas líneas de tranvías eléctricos y la Escuela Primaria “Primera Junta” en la vereda impar del 5200 de Rivadavia. Era un barrio extendido con algunas calles de tierra (sin pavimentar) con muy pocas casas de altura, algunos palacetes residenciales rodeados de grandes y cuidados jardines y hasta pequeñas quintas con infaltables molinos de viento y gallinas que escapaban y deambulaban por la calle y en las abiertas cunetas de drenaje.
La tierra se loteaba en parcelas urbanas con frente de 10 varas: 8,66 metros y daba lugar a la construcción de las características casas “chorizo” de una o dos plantas y sobre las avenidas generalmente con un local comercial a la calle. El propósito mas común era la renta de alquiler, entonces aún segura y conveniente.
Corría el mes de Octubre del año l924, mi abuelo materno con su familia de esposa e hijos solteros, emigrados de Rusia hacía apenas dos años y con la ayuda de parientes ya establecidos, alquilaron la Planta Baja de la finca de Rivadavia 5228 y 5234 que constaba del clásico local al frente y la consabida vivienda “chorizo” detrás; con la función de montar un negocio de librería y papelería escolar justo enfrente de la escuela referida en espera de la clientela natural.
Es interesante detenerse a describir su instalación.
El frente integralmente construido en hierro remachado, con dos altas puertas vidriadas y un escaparate “cajón” montado a una altura de 70 cm sobre su correspondiente reja decorativa y provisto de dos cortinas metálicas de chapa ondulada a modo de seguridad y un toldo parasol de lona blanca con un mecanismo a manivela.
El interior todo de maderas macizas, gruesas, pesadas, barnizadas oscuras y que constaba de una alta estantería perimetral a modo de depósito y de algunos mostradores cerrados cuya única utilidad era la tapa a modo de mesa y el espacio interior no visible con su estante de madera.
La única excepción era un solo mostrador provisto de tres puertas tapas vidriadas y volcables que permitían la exhibición de pequeñas mercaderías de mayor valor como eran los decorativos tinteros de tinta liquida con importante base de mármol o similar, infaltables para jerarquizar todo escritorio profesional o los secatintas basculantes haciendo juegos de estilo con “abre cartas” y “pisapapeles”.
La iluminación era en el interior del escaparate: dos únicas lamparas incandescentes de l50 Wats c/u. colocadas en sendos apliques de vidrio facetado y espejado, y en el local tres lámparas de 40 wats colgadas desde los correspondientes centros circulares ornamentales de yeso.
La solia del escalón de ingreso era de mármol blanco y todo el piso era de mosaico calcáreo con dibujo geométrico.
Todo este modernismo, fue normal y suficiente, quizás casi un lujo de la época en comparación a lo precedente.
“l8l0”: el nombre perteneciente también a una marca de cuadernos compartía con otros como “Lanceros Argentinos”, “Congreso”, etc. las necesidades de una época de integración de las corrientes inmigratorias, a quienes se intentaba transmitir “pertenencias” nacionales.
La vida era modesta, en una sociedad mucho menos productiva y en los albores de la publicidad, las ambiciones eran reducidas y el conformismo de paz, pan y trabajo fue la gran atracción de América frente a la Europa sobrepoblada y convulsionada.
Por otra parte, los inmigrantes inseguros y desarraigados dedicaron su vida al trabajo responsable y valoraron sus resultados y el ahorro consecuente, base fundamental del crecimiento Argentino y su posición comparativa internacional destacada, basada principalmente en la economía agraria de su pampa húmeda.
Así mi familia como tantas otras, se insertó como comerciantes, adquirió nuevas costumbres, por ejemplo el mate, conservó otras como el samovar traído de Rusia, se refugió en la convivencia con algunos coterráneos, y fue echando nuevas raíces hasta donde le fue posible.
Siempre añoraron sus orígenes, pero también siempre agradecieron, valoraron y quisieron a su patria adoptiva.
Mario J. Bolotinsky.
En un Buenos Aires distante, cuyos barrios como suburbios de aquel primigenio centro histórico y administrativo, crecían y se extendían sobre la llanura circundante al advenimiento de las comunicaciones: primero sendas y caminos, luego el ferrocarril y sus estaciones, después el tranvía y hasta la primera línea de subterráneos de América del Sud, que corría bajo la superficie desde Plaza de Mayo hasta “Primera Junta” (altura Rivadavia 5400) y se inauguró en l9l3.
El barrio de “Caballito”, cuyo nombre deviene de una veleta con dicha figura ubicada desde el siglo pasado en lo alto de una pulpería situada en la esquina de Rivadavia y Emilio Mitre, fue creciendo al compás del progreso que le aportaron también: la cercana estación del ferrocarril Oeste, el club homónimo, las nuevas líneas de tranvías eléctricos y la Escuela Primaria “Primera Junta” en la vereda impar del 5200 de Rivadavia. Era un barrio extendido con algunas calles de tierra (sin pavimentar) con muy pocas casas de altura, algunos palacetes residenciales rodeados de grandes y cuidados jardines y hasta pequeñas quintas con infaltables molinos de viento y gallinas que escapaban y deambulaban por la calle y en las abiertas cunetas de drenaje.
La tierra se loteaba en parcelas urbanas con frente de 10 varas: 8,66 metros y daba lugar a la construcción de las características casas “chorizo” de una o dos plantas y sobre las avenidas generalmente con un local comercial a la calle. El propósito mas común era la renta de alquiler, entonces aún segura y conveniente.
Corría el mes de Octubre del año l924, mi abuelo materno con su familia de esposa e hijos solteros, emigrados de Rusia hacía apenas dos años y con la ayuda de parientes ya establecidos, alquilaron la Planta Baja de la finca de Rivadavia 5228 y 5234 que constaba del clásico local al frente y la consabida vivienda “chorizo” detrás; con la función de montar un negocio de librería y papelería escolar justo enfrente de la escuela referida en espera de la clientela natural.
Es interesante detenerse a describir su instalación.
El frente integralmente construido en hierro remachado, con dos altas puertas vidriadas y un escaparate “cajón” montado a una altura de 70 cm sobre su correspondiente reja decorativa y provisto de dos cortinas metálicas de chapa ondulada a modo de seguridad y un toldo parasol de lona blanca con un mecanismo a manivela.
El interior todo de maderas macizas, gruesas, pesadas, barnizadas oscuras y que constaba de una alta estantería perimetral a modo de depósito y de algunos mostradores cerrados cuya única utilidad era la tapa a modo de mesa y el espacio interior no visible con su estante de madera.
La única excepción era un solo mostrador provisto de tres puertas tapas vidriadas y volcables que permitían la exhibición de pequeñas mercaderías de mayor valor como eran los decorativos tinteros de tinta liquida con importante base de mármol o similar, infaltables para jerarquizar todo escritorio profesional o los secatintas basculantes haciendo juegos de estilo con “abre cartas” y “pisapapeles”.
La iluminación era en el interior del escaparate: dos únicas lamparas incandescentes de l50 Wats c/u. colocadas en sendos apliques de vidrio facetado y espejado, y en el local tres lámparas de 40 wats colgadas desde los correspondientes centros circulares ornamentales de yeso.
La solia del escalón de ingreso era de mármol blanco y todo el piso era de mosaico calcáreo con dibujo geométrico.
Todo este modernismo, fue normal y suficiente, quizás casi un lujo de la época en comparación a lo precedente.
“l8l0”: el nombre perteneciente también a una marca de cuadernos compartía con otros como “Lanceros Argentinos”, “Congreso”, etc. las necesidades de una época de integración de las corrientes inmigratorias, a quienes se intentaba transmitir “pertenencias” nacionales.
La vida era modesta, en una sociedad mucho menos productiva y en los albores de la publicidad, las ambiciones eran reducidas y el conformismo de paz, pan y trabajo fue la gran atracción de América frente a la Europa sobrepoblada y convulsionada.
Por otra parte, los inmigrantes inseguros y desarraigados dedicaron su vida al trabajo responsable y valoraron sus resultados y el ahorro consecuente, base fundamental del crecimiento Argentino y su posición comparativa internacional destacada, basada principalmente en la economía agraria de su pampa húmeda.
Así mi familia como tantas otras, se insertó como comerciantes, adquirió nuevas costumbres, por ejemplo el mate, conservó otras como el samovar traído de Rusia, se refugió en la convivencia con algunos coterráneos, y fue echando nuevas raíces hasta donde le fue posible.
Siempre añoraron sus orígenes, pero también siempre agradecieron, valoraron y quisieron a su patria adoptiva.
Mario J. Bolotinsky.
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