jueves, 20 de marzo de 2008

DESDE 1950 JUGUETERIAS Y PROVEEDORES

LA SANA COMPETENCIA: PROVEEDORES Y COLEGAS

Por descontado, es tal la acumulación de actividades a lo largo de las décadas transcurridas, que todos los nombres mencionados solo reflejan mis recuerdos y opiniones personales en relación a mi pasado comercial, hoy ya culminado, y por ello pido disculpas a todos aquellos que he omitido en toda esta evocación y también por cualquier involuntaria inexactitud.
Espero y deseo que los buenos recuerdos sean un homenaje a todos los aludidos quienes con su tesón y con sus esfuerzos contribuyeron a conformar los 50 años recientes de historia de “La Juguetería en la Argentina”.

En 1924 abrió sus puertas, la entonces flamante “Librería l8l0” de Don Miguel Greidin, a la sazón mi abuelo materno.
Por supuesto debo aclarar que yo aún no existía.
Recién en 1931 irrumpí en mi familia con mis primeros berridos del recién nacido.
Sería en los comienzos de la década del 40 cuando “1810”, aún papelería y librería fundamentalmente escolar, era un comercio barrial acreditado y estratégicamente situado en Rivadavia 5234, justo frente a la escuela primaria: “Primera Junta.”
En esa época funcionaba un tradicional proveedor mayorista: la casa “Benitez Hnos.” Instalada en la calle Belgrano (altura aproximada 2400), la costumbre era la visita obligada y en un mismo día semanal, del “corredor”: Sr. Abel Buela, quien anotaba el pedido de faltantes, el que era enviado regularmente a las 48 horas.
Así llegaba a nuestra casa un camión de reparto, Chevrolet 1937 de caja abierta y toldo de lona, desde el cual un peón acompañante del conductor descargaba uno o varios canastos rectangulares de mimbre conteniendo las mercaderías. Ellos eran vaciados sobre nuestros mostradores, e inmediatamente devueltos ya descargados, al mismo camión estacionado frente a nuestra puerta.
El propio corredor se encargaba luego de cobrar las correspondientes facturas.
Este sistema regularmente establecido y tan metódico, funcionó por largos años, basado en la recíproca confianza y la “hombría de bien”.
La conducta era tal, que raramente hubo que controlar precios de costes y tampoco nadie dejaba de pagar sus deudas.
En ese entorno “ cuasi pueblerino”, la vida era tan pausada como pautada.
Los cambios se producían aún lentamente, había tiempo para todo y tranquilidad para incorporar los progresos, y de valorar y asombrarse con las innovaciones.
Llegada la fecha de las fiestas navideñas y con la anticipación conveniente se anexaban artículos de juguetería: un surtido limitado de fabricaciones tradicionales, muchas de ellas ya de industria nacional en reemplazo y como consecuencia de la guerra en Europa, que interrumpió el flujo normal de sus exportaciones.
En esa misma época, los comercios líderes del ramo juguetero, estaban ubicados en el micro centro de Buenos Aires.
Tratando de no omitir alguno, voy a rescatar desde el fondo de mi memoria a los principales.
Indiscutiblemente él más tradicional era: “Burlando Hermanas”, de la calle Esmeralda (aproximadamente N° 350).Establecida desde antaño, era reconocida por toda la clientela selecta, especialmente la del mejor poder adquisitivo de la época, por sus mercaderías casi exclusivas de origen foráneo y de alto valor: especialmente las líneas Meccano, trenes Hornby, y miniaturas Dinky Toys.
Estas marcas lideres eran introducidas por una importante firma: la casa Macadam ubicada en un gran predio de la esquina de Balcarce y Moreno y que era representante en Argentina de muchas firmas Inglesas, incluso también de otros diversos rubros: almacén, ferretería, artículos rurales, etc. y hasta de una compañía de seguros.
Inmediatamente a partir de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, en el año 1946, se reanudaron las exportaciones de todo tipo, incluidos los juguetes, desde Inglaterra, Francia y principalmente EEUU. Los países derrotados, entonces en la etapa de su reconstrucción, no tenían aun reestablecida su capacidad exportadora. En Argentina la importación libremente permitida de Juguetería duró solamente hasta l949 y reavivó el interés comprador y la dinámica de la actividad vendedora. Luego por decisión de la política estatal de nuestro país se prohibió la importación de juguetes, entre otros artículos, hasta los cambios políticos y gubernamentales producidos recién en el año 1961.
Existía también otra casa Burlando (no una sucursal sino un desprendimiento independiente de la mencionada anteriormente) que en su local de Avenida Santa Fe al 900 y pico, donde hoy atraviesa la Avenida 9 de Julio, pertenecía al Sr. Ramón Pulpeiro, un comerciante muy apreciado incluso por su actividad institucional, ya que con su trabajo personal y dedicación abnegada consiguió dotar de su sede propia a “ACLIBAM”, que desde el año 1935 era la organización gremial de los jugueteros minoristas de la Capital Federal y publicaba una revista mensual informativa del gremio: “El Despertar”, con distribución gratuita a todos los comercios asociados.
También debo mencionar a la Juguetería Avenida, situada a la salida de la estación Piedras del subterráneo A y que se extendía hasta la calle Rivadavia, en la que también tenía otra entrada con sus correspondientes escaparates. Era un local extenso para su época y muy bien surtido.
En la calle Sarmiento al 600 estaba la gran Juguetería Sarmiento de José Figuerola y a una cuadra de distancia, en Sarmiento al 700 había otra perteneciente a un tal Sr. Carbajal, que aprovechando la novedad edilicia de aquel entonces, se denominaba “Galería Sarmiento”, aunque no tenía otra característica especial que la de un importante local común y corriente. Cuando por motivos locativos, Juguetería Sarmiento se mudó mas cerca y quedó a dos puertas de su antiguo competidor, se originó entre ambas una disputa anecdótica que fue comidilla del gremio.
El Arca de Noé en Libertad y Bartolomé Mitre perteneciente al Sr. Baqués, la Juguetería Colón del Sr. Clavería en Santa Fe esquina Talcahuano, la Juguetería Cerrito del Sr. Bello en Cerrito al 300, la juguetería Pellegrini del Sr. Lehman en Carlos Pellegrini al 500, El Aguilucho de Oscar Madrid en Corrientes al 1500, especializada en Aeromodelismo, la juguetería Los Reyes Magos en Santa Fe y Pueyrredón y su sucursal Santa Claus en Cabildo al 1900, la juguetería Graff Zeppelin en Santa Fe al 2200 y su casa central Germanía en Santa Fe al 2500 ambas del Sr. Selbach, permanecieron vigentes por muchos años como los mas importantes comercios jugueteros tradicionales de Buenos Aires que inspiraron la modalidad que a partir del año 1950 fui incorporando en Caballito en mi Juguetería l810, ya que en aquel entonces y en los barrios aun no existían negocios especializados de Juguetería.
En ese tiempo los principales proveedores mayoristas eran la muy importante casa Terzolo en la calle Alsina al 1300 con su especialidad de artículos de carnaval (papel picado, serpentinas y pomos marca El Loro), la no menos imponente casa Matarazzo en Corrientes y Serrano con su extendida y pionera fabricación de juguetes de hojalata litografiada y “La Importadora” del Sr. Zilberstein en Bolívar casi esquina Venezuela con su vetusto y amplio local con sótano y sus exclusividades, contratadas en tal carácter a los primeros fabricantes locales.
Otros mayoristas y distribuidores tambien fueron: La Porteña en Misiones al 100, y un precursor en autoservicio y también minorista: Don Florentino De Luca que estaba instalado en un galpón en Cangallo (hoy Perón) al 2500.
Un capítulo aparte merece la mención de la zona aledaña a Jujuy y Constitución donde se fueron instalando numerosos comercios mayoristas de artículos de limpieza, menaje, bazar, librería y Juguetería, pertenecientes a la colectividad Sirio Libanesa y que los porteños apodaban indebidamente “turcos”.
Recuerdo el de cuatro hermanos: Eduardo, Juancito, Elías y José: “Simes” que lideró la zona desde el principio, en su especialidad de Librería y Juguetería.
Fue también Plásticos Sanz, en la calle Corrientes al 2400 un notable caso de rápida expansión y larga permanencia (últimamente en la Avenida San Juan al 3400).
Y también “Arplast” de la calle Salta 146, perteneciente al Sr. Mancovsky, pionero de la publicidad televisiva de nuestro ramo, y que con su marca “Jugal”, se expandió notablemente y llegó a dominar ampliamente al mercado Argentino de juguetes.
Llegado el año 1950, yo recién egresado en 1949 como técnico químico de la escuela industrial N° 2, comencé a colaborar “full time” en nuestro pequeño comercio, junto a mamá aún joven y ya viuda y a una única empleadita adolescente, y recuerdo que con algunos magros recursos y mi conocimiento técnico, paulatinamente comencé a mejorar y reformar las viejas instalaciones del negocio para adaptarlas a las nuevas necesidades.
Todo era tan modesto, como lento y pausado. Un banco de carpintero, una morsa y un taladro manual fueron las primeras herramientas importantes que adquirí y utilicé en mis primeros intentos reconstructivos.
Entonces y con la colaboración de un proveedor de juguetes artesanales de madera, que a su vez, era profesionalmente mecánico tornero y que reformaba y adaptaba las viejas máquinas de su taller para la producción seriada, construí mi propia primera y única máquina “combinada”: sierra circular, lijadora de disco, barreno horizontal y mesa escopladora, todo ello con guías, regulaciones y topes adecuados.
Esta máquina que aún poseo, me acompañó toda la vida y me facilitó innumerables proyectos y modificaciones, construcciones y adaptaciones particulares y comerciales a partir de maderas y aglomerados cuya disponibilidad fue cada vez más variada y accesible.
También en 1950, inicié una actividad privada que duró casi dos años y dejó un inesperado resultado, principalmente en conocimientos comerciales. Se trató de la creación de un producto consistente en una valija attaché de cartón fibra conteniendo en su interior un selecto surtido de pequeñas herramientas cosidas en cartones a modo de presentación.
Hubo dos modelos (tamaños) de diferente precio, para captar dos franjas de clientela. Con sus etiquetas impresas con el pomposo título de MIS PRIMERAS HERRAMIENTAS, era muy fácil de producir, ya que todo consistió solamente en elegir y adquirir por mayor, las más pequeñas y económicas herramientas verdaderas que disponía la plaza ferretera y también la valijita de tamaño adecuado y reunir las partes. Todo se redujo a administrar costos y márgenes y comercializar el producto, por mayor, en las principales jugueterías.
Hoy parece extraño que esto fuera posible, sin embargo en su momento, tuvo su aceptación generalizada, a tal punto que hasta la prestigiosa gran firma “Gath & Chaves” también adquirió algunas unidades.
Este corretaje que realicé personalmente, me permitió concurrir y conocer desde cerca al entorno interno, la instalación y el funcionamiento de lo más conspicuo de la entonces plaza juguetera minorista y así poder aplicar esta experiencia, en su medida posible, a mi propio negocio.
Diez años después, ya en 1960, conocí y traté a Edgardo Boschi.
Era un ciudadano Italiano que junto a su madre y proveniente de una familia acomodada tenía un negocio de juguetería en la esquina de Charcas (hoy Marcelo T. De Alvear) y Libertad. Su privilegio, fue poder viajar asiduamente y desde temprano hacia Europa y EE.UU. y así asistir desde los comienzos de la reconstrucción de posguerra a las novedades de la industria juguetera mundial, visitando la feria anual internacional de Nuremberg, desde 1947 cuando aún esta ciudad bombardeada estaba en ruinas.
A lo largo de muchos años y en su carácter de coleccionista privado y muy entusiasta, surtió convenientemente su comercio con las últimas novedades importadas (en realidad introducidas, ya que la importación no estaba liberada en aquella política proteccionista) y que ofrecía en el subsuelo de su mencionado comercio, presuntamente reservado, pero a todas luces conocido y valorado por su selecta clientela.
Así fue que cuando en l961 se abrió la economía y se permitieron las importaciones, el Sr. Boschi fue el introductor, entre otras, de “Matchbox”, “Scalextric” y “Marklin”, marcas de productos lideres mundiales. Y en esa fecha inauguró también en la avenida Córdoba al 800 una casa especializada “Hobilandia”, que como su nombre lo indica se dedicó preponderantemente a hobbies.
En Córdoba esquina Libertad, estaba “Raldúa”, un negocio de exclusivos papeles de empapelar, pero que por afición de su dueño importaba “Marklin” en forma directa desde Alemania y ocupaba su principal escaparate con una mesa “Tendido Ferroviario”, que era toda una atracción.
Asi desarrolló su buena performance comercial y un empleado suyo: el señor Roberto Milou, años después se independizó con un local propio en la galería “Las Victorias” frente a la plaza de la calle Libertad, donde tambíén se dedicó a hobbies, principalmente Scalextric, Trenes Lima, etc. y actualmente también Marklin.
En esos años, el entonces joven Sr Eduardo Mosenson, poseía un pequeño local minorista en la Galería Buenos Aires de Florida y Córdoba y desde alli, con una encomiable dedicación y especialización desarrollö las posteriormente reconocidas e importantes Jugueterías: Cara de Mono y El Duende Azul.
Simultáneamente muchos otros importadores introdujeron diversas marcas y novedades, ahora también desde Japón. Fue un gran boom juguetero Argentino en una plaza careciente durante años y ávida de mercaderías.
Destaco a la casa Julio Pemoff e hijo, de la calle Belgrano casi esquina Entre Ríos, como el precursor de la importación desde Oriente, de los entonces novedosos Animales y Figuras mecanizadas con movimientos, luces y sonidos, y funcionamiento a pilas que por un tiempo deslumbraron a los “mayores” y a veces hasta llegaban a asustar a los niños.
Después de un cierto tiempo, el interés y la demanda cayeron abruptamente, dado que su automatismo no permitía la participación en el juego, eran tan poco didácticos que limitaban solamente a la pasividad.
Otro resultado, mucho más permanente, tuvieron las réplicas de vehiculos “Corgi Toys”, también inicialmente introducidos por “Pemoff”, que establecieron un mercado de coleccionismo, además de su objeto natural de juego.
Es frecuente que algún origen comercial se forme desde un empleo, recolectando conocimientos y experiencias, y que tras su renuncia y posterior independencia, constituya una nuevo y trascendente emprendimiento. Tal es el caso de “Hugues y Crovetto”, ambos originalmente empleados de “Macadam” y luego fundadores de la prestigiosa firma que desde sus inicios en la calle Dean Funes cerca de Independencia y su notable expansión posterior a Luis Saenz Peña y Humberto Primo, incursionaron en la fabricación, la distribución y la importación de importantes productos: el Grangoal, el Constructor Infantil y otros artículos fabricados por “Ochipinti y Ferrari”, “Exacto” luego devenido en “Meccano” de manufactura Argentina facultada desde Inglaterra, modelismo plástico “Airfix” también Ingles y posteriormente “Matchbox y otros, etc. Su titular el Sr Crovetto y sus ayudantes los Sres. Gamberini y Rafaelle actuaron largos años cubriendo con sus ventas a todo el pais.
Un importador independiente: Varuján Muradián introdujo desde Alemania a “Schucco” con su excelsa calidad inimitable, y a los trenes Trix Express que alcanzaron en nuestro país una difusión limitada.
Años después, su joven sobrino: Antonio Atamián fue importador exclusivo de “Playmobil” de Alemania y “Lego” de Dinamarca y pronto desarrolló la empresa “Antex” que adquirió una dimensión notable y la consevó largo tiempo. Estos productos de calidad y altamente pedagógicos, tuvieron y aún hoy, gozan de una merecida aceptación de parte de una clientela ya más madura y mas exigente. Posteriormente anexó también a “Estrela” de Brasil y a la tan importante “Mattel” de EEUU. ambas en carácter exclusivo, con lo que terminó de afianzar su empresa.
“Aero Sur”, en Talcahuano al 100 fue el importador de “Cox”, una marca de aviones listos para volar, con su sistema de U control y motores a combustible; y simultáneamente desarrolló su especialidad de aeromodelismo en forma completa con todas sus líneas de Radio controles, motores de toda performance y por supuesto madera de balsa y complementos.
El Sr. Alberto Hercovich, iniciado en La Porteña, y después titular de Comercial Relda, fue el fundador y propietario de la actual cadena: El Pais de las Maravillas, hasta hoy primera en Argentina en franquiciar con su marca a algunos otros propietarios de locales de juguetería.
En la actualidad la expansión mayor (relativamente reciente) la detenta El Mundo del Juguete, única y principal cadena que consiguió arribar a casi 50 locales distribuidos principalmente en Capital y Gran Buenos Aires y especialmente en los mejores shoping y paseos de compras.
Pero volviendo a nuestro relato y a tiempos anteriores, he de mencionar que
también permanecieron en Buenos Aires, otros mayoristas y distribuidores quienes con su larga trayectoria, aportaron su presencia en este mercado particular. Tal es el caso de La Casa Marino de Pueyrredón al 600 perteneciente a los hermanos Joaquín y Salvador (Pichino); de la casa Soto de la avenida San Juan en las cercanías de Boedo, perteneciente a Hector y a Rubén Soto; de Trucco e Hijos, también en San Juan y en la vecindad del anterior. Hubo otros petit mayoristas, que con su tarea personal eran llamados “valijeros”, pues portaban las muestras de las novedades semanalmente y contribuían así a su difusión. Entre ellos recuerdo a Federico Blauhorn, a Hector Otero, a Alberto Pardo, a los hermanos García Espina y tantos otros, algunos devenidos luego en negocios formalmente establecidos.
Tal es también el caso del Sr Tepman, desde su modesto origen, poseyó luego una importante firma mayorista e importadora: ”Doll Toys” en la calle Valentín Gómez a dos cuadras de la avenida Pueyrredón.
Como no mencionar a los hermanos LLoret: José María, Pedro, Antonio y Juan, quienes estuvieron vinculados tantos años a esta actividad, en forma personal e independiente y que después continuaron también sus hijos.
El tiempo inexorable, transcurre y modifica, borra el pasado, pero también introduce a las nuevas generaciones que continúan la labor.
Es importante referir que en aquel entonces, aún no existían autoservicios ni supermercados, cadenas ni shoppings y eran paseos habituales las caminatas de observar escaparates y el desenvolvimiento y el éxito comercial exigían su más esmerada e inteligente presentación.
Hoy puede parecer una simpleza, casi una ingenuidad, pero ello fué un paulatino progreso y mejora frente a los precedentes: comercios que eran poco mas que barracas o depósitos de mercaderías y hasta pobremente iluminados, tal como subsistieron en suburbios y en algunas provincias y lugares perifericos.
Cumplimentando exigencias del progreso, en el año 1970, Juguetería 1810 tras su expansión habiendo anexado un espacio lateral perteneciente al mismo edificio, hasta entonces ocupado por un negocio ajeno, hizo una reforma integral de sus instalaciones, ampliando notablemente su frente y sus escaparates diseñados funcionalmente con una circulación interior que permitía la permanente y continua renovación de su exhibición e incluso la venta accesible de los artículos expuestos en toda ocasión que la demanda lo requiera.
Ello unido a una política comercial de atención personalizada y dedicación selectiva a las compras, buscando calidades, modas y novedades, fructificó en un resultado exitoso que mantuvo su vigencia y le significó un importante prestigio durante muchos años.
Así, aún hoy perdura en el grato recuerdo de las generaciones próximo-pasadas que disfrutaron en su infancia y en su adolescencia de tantos juegos e ilusiones, durante sus periodos de formación y maduración.
Esta simbiosis de lo comercial, de lo personal y de lo lúdico, en la confraternidad de la vecindad barrial, dejó un recuerdo placentero, que aún hoy permanece en la mejor memoria.

Mario J. Bolotinsky.

8 comentarios:

mdb dijo...

mario: simplemente gracias.
Mi vieja me llevaba a la "milo" desde que tenía 5 años (hace unos treinta y pco de esto) y me compraba airfix, Timpo, Revell.. los regalos más maravillosos que podía hacerme (viuda, familia laburante, el mango no sobraba) y que indudablemente alimentaron mi imaginación y mi interés.

Unknown dijo...

Mario ,gracias por los recuerdos ,yo conocí a Baby , compraba todo lo de Marklin allí ,soy de la época del cine Moreno e hice la primaria enfrente de la 1810 , todas las tardes pasaba por tus vidrieras y luego caminaba por Ángel Giménez dando la vuelta al Hogar Obrero ,pasando por la despensa de Osvaldo "la milagrosa",la carnicería Lolo y llegaba a casa frente a la escuela de policía , y en verano infanta les los helados de Il Trovatore , abrazo

Leoncio dijo...

MARIO, simplemente gracias, soy una exempleada, pase momentos muy lindos en esa jugueteria, lindo ambiente,Baby era una abuela para todas, un gran abrazo Stella Maris Mallea

Guillermo Barace dijo...

Era fanático de la juguetería el duende azul, es muy raro que poca gente la recuerde hoy en día con semejante local que tenían en la avenida Corrientes y Florida donde actualmente hay una casa deportiva, tenían cualquier tipo de muñecos, robots japoneses, juegos electronicos como el western bar, toda la línea de he-man de top toys mattel, si alguna persona es tan amable de pasarme algun dato para contactar al dueño de esa juguetería se lo agradecería infinitamente , o algun contacto de otras jugueterías que sigan existiendo .

Mi mail es gbarace@gmail.com

Unknown dijo...

yo vivia en Caballito y siempre mi padre me llevaba a Jugueteria 1810 y me compraba chiches...recuerdo que la manejaba una anciana gordita que hablaba polaco o ruso.... un orgullo haber conocido esa tienda

chiche dijo...

Yo vivía en Caballito Cachimayo 241, todavía esta el viejo edificio, trabajaba al lado en un taller como aprendiz, edad 11 años, ( año 55 ) cuando cobraba iba hasta la juguetería 1810, y compraba los camioncitos de colección con mi propia plata. muy lindo recuerdo, después mi madre me rezongaba!!! Gracias por el recurdo

chiche dijo...

Podrían ser algunas fotos de la librería 1810, no encuentro en la Web. Gracias

Pablito Gar dijo...

lastima no hay fotos. Yo iba al Dàmaso Centeno, cuando iban Charly Garcìa y Nito Mestre. En esa jugueterìa se conseguìa (caros logico) soldaditos importados de Gran Bretaña. muchisimas veces fuì allì y comprè juguetes.